Para Carlos Ildemar Pérez

Con su flor, ha comenzado el día
a decirnos que es eterno
va, vuelto poeta, anunciando del sol un abrazo
con sonrisa de autor rompiendo los relámpagos
flores de cayena que aún no explotan por miedo a ser para siempre estrellas
mira adentro, un solo escaparate nos guarda
alpirtu sonoro que es mi corazón
vociferaciones que sostienen el morirnos
para no morirse nunca como poeta

poco a poco el vivir aquí es su propia metodología de Dios
como un heredario que sabe
dónde termina el bahareque de su alma
o el libre que es automóvil y brujería amorosa
sois los adentros como una jeta enamorada
como el homo sapies caído en desgracia,
como la peca de Rebeca
o el sueño de una tierra muy personal
en la que solo florecen cayenas llamadas
Ángela Hernández de Pérez

¿Quién contiene las regaderas del llanto
viendo los pantaloncitos
con que naciste desnudo al mundo de
vivos vivientes del amor?
¿Quién baja el soplido con vos
del dolor eterno de una mata de mamón-puñal
que te rompió en los cielos?
Vos sois el único que no arde
en la quemazón traglabagetórica
del lenguaje-volcán-ceniza
y vais de resistencia en insistencia vuelto
riel, puerto de hogar, adversativas,
3cientos uni versos, a la futura usanza, más terraneo, códices
puntuarios, al tachar, trinitaria que sois vos, cristiano de los
amores comunes, y almita
como si la perdiz de tu mirada
tuviera de verdad enfoque
y no fuera, como es
una tormenta dicha en el futuro del lenguaje
te espero, Papá Civil
sentado en tu piedra
mis pies sembrados en tu bosque
ya que llegaran los días donde florezcan mis cayenas
que todas llevan tu nombre

Del libro Poemas de silencio (2018)

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