CARTAS SOBRE EL CUENTO de Antón Chéjov
[A Alexander Chéjov. Abril de 1883]
[ … ] INSISTES en llenar tus relatos de tonterías insignificantes, a pesar de que no eres un escritor subjetivo por naturaleza. En ti, ése es un rasgo adquirido. Abandonar esta subjetividad es tan fácil como beber un trago. Uno sólo tiene que ser más honesto, abrirse y exponerse en cualquier parte, no invadir ni atropellar al héroe de su propio relato, renunciar a uno mismo aunque sea por media hora. Tienes un cuento donde una joven pareja de recién casados se besa durante toda la comida, sufre sin causa, llora mares de lágrimas. Ni una palabra sensata; nada más que séntimentalidad. Quiere decir que no escribiste para el lector. Escribiste porque a ti te gusta este tipo de chismes. Pero supongamos que tuvieras que describir la cena: cómo comieron, qué comieron, cómo es la cocinera, cuán insípido es·tu héroe, cuán contento con su fácil felicidad, cuán insípida es-tu heroína, cuán divertido su amor por este satisfecho y sobrealimentado bebe-ganso: a todos nos gusta ver gente contenta y feliz, es verdad, pero describir todo lo que se dijeron y cuántas veces se besaron no es suficiente. Necesitas algo más: liberarte a ti mismo de la expresión personal que una plácida y melosa felicidad produce en todo el mundo[ … ]. La subjetividad es algo terrible. Es mala por el sólo hecho de que revela la mano -y también los pies del autor. Apuesto a que todas las hijas de predicador y esposas de empleado que leen tus obras se enamoran de ti; y si fueras alemán, te servirían cerveza gratis-en todas las cervecerías atendidas por mujeres. Si no fuera por esa subjetividad, serías el mejor de los artistas. Sabes cómo reír, cómo herir y cómo ridiculizar, posees un estilo acabado y gran experiencia, porque has vivido tantas cosas, pero ¡qué lástima! Todo ese material se desperdicia …
[A Alexander Chéjov. 10 de abril de 1886]
En mi opinión, una verdadera descripción de la naturaleza debe ser breve, poseer carácter y relevancia. Hay que acabar con lugares comunes como «el sol poniente, bañado en las olas del mar oscurecido, virtió su oro carmesí», o «las golondrinas, sobrevolando la superficie del agua, gorjeaban jubilosas». Al describir la naturaleza, uno debe atrapar pequeños detalles, arreglándolos de tal manera que con los ojos cerrados se obtenga en la mente una imagen clara. Por ejemplo, si quieres lograr el efecto total de una clara noche de luna, escribe que un trozo de cristal de una botella rota brillaba como una pequeña estrella en el estanque del molino, mientras la sombra oscura de un perro o un lobo pasó bruscamente como una pelota, y así sucesivamente. La naturaleza cobrará vida si no temes comparar sus fenómenos con acciones humanas ordinarias.
En la esfera de lo psicológico, los detalles son también la clave. Dios nos libre de los lugares comunes. Primero que nada, evita describir el estado interior del héroe; tienes que tratar de que se aclare a partir de sus acciones. No es necesario retratar demasiados personajes. El centro de gravedad debe estar en dos personas: él y ella[ … ].
Te escribo esto como lector que tiene un gusto definido. También para que tú, al escribir, no te sientas solo. Es duro estar solo en el trabajo. Es mejor recibir un comentario crítico pobre que no recibir ninguno en absoluto, ¿no es verdad?
[A I. L. Shcheglov. 22 de enero de 1888]
[ … ] no debes dar al lector ninguna oportunidad de recuperarse: tienes que mantenerlo siempre en suspenso. Estos comentarios no serían aplicables si «Mignon» fuera una novela. Las obras largas y detalladas tienen sus propios fines particulares, que por supuesto requieren de la ejecución más cuidadosa.
Pero en los cuentos es mejor no decir suficiente que decir demasiado, porque… porque… No sé por qué [ … ].
[A V. G. Korolenko. 9 de abril de 1888]
Le estoy enviando el cuento sobre el suicidio. Y o lo leo y no encuentro en él nada que pudiera interesarle; es una obra pobre […].
Ayer di a leer el cuento que estoy escribiendo para el Sieverny Viesnik a una muchacha. Lo leyó y me dijo: «¡Oh, qué aburrido!». Eso es: realmente aburrido. He tratado por todos los medios de darle vida; lo he acortado, lo he pulido, etc., pero sigue siendo aburrido a pesar de mis esfuerzos.
[A A. N. Pleshcheyev. 9 de abril de 1888]
He venido trabajando por largo tiempo […] en un cuento breve ara el Sieverny Viesnik. Ha debido estar terminado hace meses, pero ¡Dios mío! siento que no lo terminaré hasta mayo. Desafortunadamente, no estoy satisfecho con él y me he prometido a m; mismo no enviártelo hasta que no lo haya dominado. Hoy he leído todo lo escrito hasta ahora, he reescrito partes y he decidido comenzar de nuevo desde el principio. Aun si no resulta lo que yo esperaba, sabré al menos que trabajé de manera concienzuda y que ~e he, ganado el dinero que pudiera traerme. El cuento carece de interés y de sabor. Yo lo reordeno, lo ironizo, le hago todo tipo de cambio: y aún me deja insatisfecho; así que ya lo tengo decidido: lo terminaré para mayo o lo abandonaré por completo.
[A S. V. Souvorin. 27 de octubre de 1888]
[ … ] Comienzo a escribir un cuento el 10 de septiembre con la idea de terminarlo a más tardar el 5 de octubre; de otra manera, le fallaré al editor y me quedaré sin dinero. Me dejo ir al comienzo y escribo con tranquilidad; pero para cuando llego a la mitad empiezo a temer que mi cuento va a resultar demasiado largo: tengo que recordar que el Sieverny Viestnik no tiene mucho dinero y que yo soy uno de sus colaboradores más costosos. Es por esto que el comienzo de mis cuentos es siempre tan prometedor y parece como si fuera el comienzo de una novela, la mitad es apretujada y tímida, y el final es como un esbozo breve, como fuegos artificiales. Así que al planear un cuento uno tiende a pensar primero sobre su marco: de una multitud de protagonistas y personajes secundarios, uno elige solo una persona -esposa o esposo; lo pone sobre el lienzo y lo pinta solo, haciéndolo sobresalir, mientras distribuye a los otros sobre el lienzo como centavitos sueltos, y el resultado es algo así como el firmamento: una gran luna rodeada de muchas estrellas pequeñas.
Pero esta luna no resulta adecuada porque no puede ser entendida si las estrellas no son también inteligibles, pero las estrellas no están suficientemente trabajadas. Así que lo que produzco no es literatura, sino algo así como los parches del abrigo de Trishka. ¿Qué debo hacer? No sé. No sé. Confiaré en el tiempo que todo lo cura.
[A A. S. Souvorin. 1 de abril de 1890]
Me atacas por mi objetividad, llamándola indiferencia al bien y al mal, carencia de ideales y de ideas, y así por el estilo. Quisieras que al describir unos ladrones de caballos yo dijera: «robar caballos está mal». Pero eso se ha sabido desde hace siglos sin que yo lo dijera.
Dejemos que sea el jurado quien los juzgue; yo simplemente me ocupo de mostrar qué tipo de gente son. Y digo al lector: está usted tratando con ladrones de caballos, así que permítame decirle que no se trata de limosneros, sino de personas fuertes y bien alimentadas que rinden culto al robo; para quienes el robo de caballos no es un simple hurto, sino una pasi6n, etc. Por supuesto que sería agradable combinar a veces el arte con la prédica, pero para mí personalmente es extremadamente difícil, casi imposible, a causa de las imposiciones técnicas. Mira: para describir una banda de cuatreros en setecientas líneas yo tengo que pensar y hablar todo el tiempo como ellos, sentir con sus sentimientos; de otro modo, si permito que se introduzca mi subjetividad, la imagen se desdibujará y el cuento no será ya tan compacto como todo cuento debe ser. Cuando escribo, me apoyo enteramente sobre la capacidad del lector para añadir por sí mismo los elementos subjetivos de que carece el cuento.
[A Alexander Chéjov. 9 de junio de 1892]
Te devuelvo tu manuscrito. Pon tus talentos a trabajar y cambia el título del cuento. ¡Abrevia, hermano, abrevia! Comienza por la segunda página. El cliente en la tienda no desempeña ningún papel en la historia; entonces, ¿porqué concederle una página entera? Recorta el cuento a la mitad de su extensión actual [ … ].
[A E. M. Sh. 17 de noviembre de 1895]
He leído su cuento con gran placer. Su mano está adquiriendo firmeza y su estilo está mejorando. Me gusta todo en ese cuento, a excepción del final, donde me parece que falta fuerza[ … ]. Pero es éste un asunto de gusto y no tan importante. Si uno va a hablar de fallas, no debe limitarse a los detalles. Usted como escritor tiene un defecto, y uno verdaderamente grave. En mi opinión es éste: usted no corrige ni elabora sus obras y por eso resultan con frecuencia adornadas y sobrecargadas. Sus obras carecen de la condensación que da vida a las cosas breves. En sus cuentos hay habilidad, hay talento y sentido literario, pero muy poco arte. Usted reúne a sus personajes de manera correcta, pero no de manera plástica.
O es usted demasiado perezoso o no quiere amputar de un solo golpe todo lo que es inútil. Para esculpir un rostro en un bloque de mármol, hay que desbastar la piedra bruta hasta remover de ella todo lo que no sea ese rostro. ¿Me explico con claridad?, ¿me entiende usted? [ … ]
[A Maximo Gorki. 3 de diciembre de 1898]
Me pregunta mi opinión sobre sus cuentos. ¿Mi opinión? Un talento incuestionable, realmente grande. En el cuento «En la estepa», por ejemplo, hay tanta fuerza, que sentí envidia de no ser su autor. Usted es un artista, un hombre de visión clara; usted tiene sensibilidad aguda y plástica; es decir, cuando usted se representa algo, realmente lo ve y hasta lo siente con su mano. Esto es arte real. Ahora usted tiene mi opinión y me alegra mucho poder expresársela. Estoy muy contento, le repito. Y si pudiéramos encontrarnos y hablar por una o dos horas, podría ver cuán aho es mi aprecio y qué grandes esperanzas tengo en su talento.
¿Puedo hablar ahora de sus defectos? No es fácil. Hablar de los defectos de un hombre de talen.to es como hablar de los defectos de un árbol gigantesco que crece en el jardín; la realidad principal aquí no está en el árbol, sino en las emociones que despierta en aquel que lo contempla. ¿No es así? Debo comenzar diciendo que usted, en mi opinión carece de autocontrol. Es como ese espectador de teatro, que expresa su agrado de manera tan ruidosa que molesta al resto del público. Esta carencia de autocontrol se hace especialmente evidente en las descripciones de la naturaleza con las que suele interrumpir sus diálogos; cuando uno lee estas descripciones, desea que fueran más compactas, digamos unas cuantas líneas más breves.
La mención frecuente de «suavidad», «suspiro», «tersura de terciopelo », etc., imponen a estas descripciones cierta monotonía y sofisticación; enfría el interés de uno y lo cansa. La falta de autocontrol también se percibe en los retratos de mujeres, y. en las escenas de amor. No se trata en ellos del libre vuelo del narrador o de la amplitud de su pincel, sino precisamente de la falta de autocontrol [ … ].
[A Máximo Gorki: 3 de septiembre de 1899]
[ … ] Un consejo más: al corregir las pruebas, tacha muchos de los sustantivos y adjetivos. Usas tantos sustantivos y adjetivos que la mente del lector es incapaz de concentrarse y se. cansa pronto. Si yo digo: «El hombre se sentó sobre el césped», lo entenderás de inmediato. Lo entenderás porque es claro y no pide un gran esfuerzo de atención. Por el contrario, si escribo «Un hombre alto, de barba roja, torso estrecho y mediana estatura, se sentó sobre el verde césped, pisoteado ya por los caminantes; se sentó en silencio, con cierto temor y tímidamente miró a su alrededor», no será fácil entenderme, se hará difícil para la mente, será imposible captar el sentido de inmediato. Y una escritura bien lograda, en un cuento, debería ser captada inmediatamente, en un segundo [ … ].
[A V. A. Posse. 19 de noviembre de 1899]
[ … ] Estoy escribiendo un cuento para el Zhizn; lo terminaré, creo, para el final de noviembre. Ocupa sólo tres páginas impresas, aunque incluye una multitud de personajes, y mucha acción. Me da la impresión de algo apretujado, así que tendré que trabajarlo más para que esa impresión no sea tan fuerte [ … ].
Traducción libre de Carlos Pacheco
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