“Noche Electoral” o la poética del desencanto: un panfleto lírico para tiempos de indigencia democrática

Introducción

En la cartografía de la poesía venezolana contemporánea, Noche Electoral de Luis Perozo Cervantes se yergue como un artefacto lírico que cruza la tradición del panfleto político con la densidad de la imagen poética. Publicado por Sultana del Lago Editores y subtitulado “panfletario poético para noches en desgracia”, este libro no oculta su vocación de denuncia, pero tampoco abdica de la belleza ni de la ambigüedad. Con un lenguaje fragmentado, cargado de ironía y lirismo, el poemario transita las ruinas de la literatura venezolana del siglo XXI con la urgencia de quien grita en medio del apagón institucional, sin renunciar al eco.

Luis Perozo Cervantes, autor zuliano, inscribe su voz en una nueva generación de poetas venezolanos que, como Willy Mckey, Kira Kariakin o Santiago Acosta, se resisten a escribir desde el exilio físico o simbólico y, en cambio, convierten la asfixia en verbo, el colapso en símbolo, y el país en panfleto lírico. Su obra es parte de una poesía joven de Venezuela que ya no canta con inocencia, sino que grita desde el escombro, con ritmo de tambor, sarcasmo y duelo.

El panfleto como poesía: estética de la rabia

Uno de los hallazgos más lúcidos de Noche Electoral es su recuperación del “sentido más poético del panfleto”, como reclama Viótaco Zap en el epígrafe. Perozo Cervantes no escribe panfletos como libelos fugaces, sino como cánticos rotos, que asumen la cadencia del verso libre y el desorden como gesto de resistencia. La poesía venezolana actual ha encontrado en este tipo de discurso un campo fértil para narrar la violencia simbólica y material del país.

En este libro, el lenguaje se quiebra, se astilla, se interrumpe. Las mayúsculas erráticas, los cortes súbitos, la fragmentación gráfica y sonora del texto, todo parece replicar la lógica caótica de una jornada electoral en Venezuela. Versos como “me noche / me grillo / me caminan los grillos” condensan el delirio de la vigilia cívica: el sujeto poético se descompone y se reconfigura en una sintaxis de la desesperación.

Perozo Cervantes retoma una tradición que podríamos vincular con la irreverencia de Rafael Cadenas en “Derrota”, con el desmontaje del discurso político que aparece en Yolanda Pantin, o con la denuncia lírica de Santos López, pero se distancia por el uso de un humor amargo, casi teatral. En lugar de la solemnidad, el poeta apuesta por la ironía estética del desastre.

Temas: país, cuerpo, voto, mujer

El libro está habitado por obsesiones que definen la poesía lírica en Venezuela: el cuerpo colectivo del país herido, el cuerpo físico del poeta sometido a la vigilia, el cuerpo femenino como figura mitológica del poder y la subordinación. En versos como “me duele tu voto / como me duele el otro voto / me duele la urna / como me duele el mitin”, se condensa una ética del dolor cívico. El voto, que debería ser una celebración democrática, se transforma aquí en un gesto de impotencia, casi masoquista.

Asimismo, la figura femenina aparece en el poemario no como musa, sino como trabajadora, vendedora de conservas, testigo de mesa, secretaria, “gata preñada”. El poeta las retrata desde una óptica ambivalente: son al mismo tiempo víctimas y engranajes de una maquinaria electoral absurda. Se dibujan no desde la épica, sino desde la rutina, desde lo íntimo y lo marginal.

Por otra parte, hay una constante tensión entre lo individual y lo colectivo. El yo poético se fragmenta y se contagia del rumor de los otros: “las papeletas están contadas / un día antes” dice, con amargura, sabiendo que el acto democrático ya ha sido pervertido antes de su celebración.

Estilo y tono: del sarcasmo al llanto contenido

El tono de Noche Electoral es híbrido. Oscila entre el sarcasmo festivo de una murga caribeña y el lamento contenido de un canto fúnebre. Esta oscilación rítmica recuerda el trabajo de Ramón Palomares, aunque sin el tono bucólico ni la mística telúrica. Perozo Cervantes es, en cambio, urbano, sardónico, postmoderno. Su voz suena más cercana a un noticiero intervenido que a una plegaria.

El uso de repeticiones fónicas, juegos gráficos y rupturas gramaticales conecta el poemario con propuestas de experimentación visual y sonora. No se trata solo de denunciar, sino de encarnar el colapso en la forma misma del poema. En este sentido, Noche Electoral se inscribe en una literatura venezolana del siglo XXI que ha asumido el colapso como poética.

La composición gráfica de los poemas —la disposición tipográfica, los espacios en blanco, la distribución del ritmo— también colabora en esta experiencia. Leer el poemario es asistir a una coreografía de silencios, gritos y ecos, donde la forma se convierte en territorio de resistencia.

La voz del poeta: una generación que no se calla

Luis Perozo Cervantes es parte de una generación que no teme ensuciarse con el fango del presente. Su poesía no se refugia en la abstracción ni en la nostalgia: se compromete con lo inmediato, lo grotesco, lo político. En su voz se escucha la resonancia de la poesía joven de Venezuela, una que asume el riesgo de escribir desde la ruina y aún así bordea lo sublime.

Su vínculo con el teatro, el activismo cultural y la gestión editorial le permite construir una voz plural, que recoge no solo su experiencia como poeta, sino también como lector de la ciudad. Noche Electoral no es solo un poemario; es una crónica lírica, un performance escrito, una bitácora en clave de mitin.

En comparación con autores como Luis Moreno Villamediana, Eleonora Requena o Alejandro Sebastiani Verlezza, su poesía es más abierta a la oralidad y al gesto colectivo. En lugar de la interioridad hermética, elige el bullicio de la plaza. Perozo Cervantes canta con megáfono, no con susurros.

Conclusión

Noche Electoral es una obra urgente, necesaria, incómoda. Un panfleto que no pretende convencer, sino conmover. Su valor no reside solo en lo que dice, sino en cómo lo dice: con una sintaxis quebrada, una musicalidad subversiva y una imaginería tan tropical como lúgubre. En la constelación de la poesía venezolana contemporánea, el libro se convierte en un testimonio de época y en un gesto de insurrección lírica.

Leer a Luis Perozo Cervantes es aceptar la invitación a mirar de frente la herida, a nombrarla sin solemnidad, pero con responsabilidad poética. Noche Electoral merece ser leído, compartido y debatido. Porque es, al mismo tiempo, espejo y panfleto. Porque en cada verso nos recuerda que la esperanza también se escribe con rabia.

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