Para Armando Rojas Guardia
Soy la punta de un Orfeo
comienzo de una tradición
que se enrosca en desconocerme
cómplice de eruditos amnésicos
y sus taladrantes discursos
que repiten las huellas de un germinar de tornillos
escoria: sobrante de hierros con que forjaron mi alma
impronunciables juramentos que fatigan solo por pensarlos
promesas de alcaldes que saben de la muerte
conserjes suicidas que empiezan por limpiar las ventanas que los verán caer
resplandeciente cumplido de la sombra cuando se afina al brillo de dos soles
una Eurídice me hace las primeras señas púdicas
para que los encierros no sean como las autopistas
y los transeúntes no hieran la soledad
de quienes aún esperan la llegada del mesías
yo apenas empiezo a bajar los escalones
para mi muy personal infierno
placebo dócil de morirse de amor
cómo si pudiera uno morir
de otra cosa que no sea estar vivo
y encima del silencio la somatización
de los sentimientos-cangrejo del hombre
hay un oasis de sombra que me contenta
voy dentro de mí como un corcel a una flor de luz
Despierta Orfeo, vigilante
llegó tu remplazo.
Del libro Prontuario (2018)
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