Sonido y silencio arden en mi voz
como una piedra roja que traga
en sangre los nombres
me pronuncio en el aliento de los míos
estoy reñido con el espejo
siempre me devuelve un yo lozano
un incompleto espíritu de pecados varios
me voy siendo en mí como en los ojos de mis hijos
no contento con ser
me dispongo a existir en un siempre desmedido
alucinado como griterío, como antorcha
quieto y hemisférico como un silencio
no yazco, ni yaceré en esta soledad
me hice un adiós en las manos de un amante
rompí ante los incrédulos el terco miedo
me tracé una huida para sostenerme de los fracasos
no soy, ni tengo lo necesario
uno como en todos voy de adentros sosteniéndome
envergadura y rapidez: dos climaterios
me duermo seguro de un mañana incierto.
[Poema del libro Poemas de silencio]
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