Se abre como una flor
como los labios de una flor
el poema se hace bisagra
se abre en rota expansión
como unos labios húmedos
viscosos, lubricados con el paladar
con la lengua, consonante
como una flor de cayena
que saca sus espinas almadas
que ruinan en el silencio
como una bisagra aceitada
atendida con frecuencia
en lucha fragante contra el tiempo
se abre entregando una voz
una rica palabra de saludo
la bienvenida corazonada
el cielo ciego de los mangos maduros
se abre como devorando
como arrancando las pieles
quebrando los huesos
los tuétanos sonoros
de rumbo ilícito en los dientes
quebrando el alma del tuétano
rompiendo el silencio, la sonrisa
se abre como un cuerpo
que no le teme al bisturí
que ya no teme a nada
sino a la metáfora, al silencio
con la boca, con los brazos
abriendo el griterío, el poema
se abre como una rosa marchita
el puntual equilibrio del minutero
como una semilla de girasol
que aún mueve las noches
que aún arrodilla el miedo de las bocas
se abre como felatio dolorosa
como en mordida rodilla en tierra
como en quietud quebrosa, soluble
rosada siempre quisquillosa
dolorosa, ardiente, como una palabra
pronunciada por un loco
roble y rigor en una misma puesta de sol
la poesía se roba los derechos de pernada
se abre porque así lo ordenan
las manifestaciones del olvido
las muchachas sexuadas del vagón
los caballeros de miradas tiernas y puntiagudas
las copas de ahogo y las aceitunas
las mujeres que a veces no cobran las despedidas
se abre como un cobijo de silencios
donde los abrazos rumian
libran de pasiones, oscurecen
se arrepienten, en la chamusquina
la llama fatua que acaba con los bosques
que ronca en la sed, ronca en la ronquera
con dientes que se estallan
y no quedan gritos suficientes
no quedan postizos en el puerto
en el venir de los juegos florales
en la risa de las primerizas
en el sudor dolarizado de los sepultureros
se abre, para no tener que volver a abrirse
es una medida extrema
como una flor solar y sedienta
un pétalo oleaginoso
un tallo rustico de puente
de pescado muerto, pétreo en la floración
un riego de lunas aceiteras
como las palmas, los ruidos
del agua en el coco
el poema, que, se abre, y canta
ya que las sirenas son nuestras hermanas
y con sus arrullos a amarnos aprendimos
ya que las mandrágoras chilenas están insepultas
y bailamos con el ron en el Caribe
se abre como adquiriendo al mundo
sobre cada huella gélida y mortal
como Cristo, que siempre nos amenaza de amor
con sus asesinos a sueldo
sus reinados satisfactorios, de dulces novias
se abre como la quilla secreta de un puerto
como la quilla secreta de un león
como la secreta corazonada de lo sexuado
de lo rubio, de lo ronco
como la isla abandonada por una peste murmurante
como una silla de clavos flojos
rogando por los favores de las ruinas de una iglesia
tomando autobuses suicidas
como una gaviota en la boca de la nube
un buchón que no muere aún, pero lo espera
con su enrome alabastro
con su edad de piedras caídas
vueltos a alzar, en rodillas voladoras
en patios de zinc que ya no suenan
porque el petróleo mengua los dolores
y la luna, que se santigua
en una lágrima lagarta y rocolera
escuchando los percales del alma
algunos pasos dobles sobre el candelero
los tizones ardientes de la fe
el castillo corporal, abierto
con el poema abierto
cruelmente abierto con tajadas de sangre
con el punto de cosquillas rigurosas en la palma
en las yemas sagradas, en el monte
en la avenida rayada que conduce al silencio
al poder de segregar la fuente hirviente
vulgar, vigoroso como el viento que levanta tangas
se abre como una vulva salivosa
que necesita la visita consecuente de la boca
una vigilante visita al misterio velludo de la vida
como árboles sembrados en el mar
estrellas peludas en la palma de la mano
ricas devociones marianas
a las palabras prostibularias
desnudez de rio y comezón de espíritu
entrega, de sensaciones peatonales
llenando un paraíso para dos
un cuarto de horas bien pagadas
y sábanas dulces, rubias, roncas
como solo merece saberse el espejo
en el espejo, como la llanura
invisible, como la costa que no termina
y se hace profunda, acodada al mundo
sinuosa y siniestra, oscura
como un rostro cegado por una falda
por un par de rodillas levitantes
paradas sobre las torres petroleras
inundando de sudores, toda la santidad
todo lo que una mordida puede llevarse
lo que una pelea de gallos deja en el camisón de seda
una rompe conciencias
una caminata de celeste a rojo
una fotografía de los abuelos
y otros abuelos sin nombres
que sonríen, sexuados
sonríen, entregados al destino de lo sepia
el destino de todos los paisajes
la metafísica escritura de un manglar
o el silencio de una playa que fue mangle
se abre como el más débil rubor, como eso, se abre
se abre groseramente, porque el poema
es víctima de las envidias
se abre puercamente de carne a cara
el discurso de los camarones dormidos
se abre como una bisagra
bisela de sexo y matrimonio sonriente
de ancianos que se masturban en el parque
rigor de torneos salvajes, sacramentales
sensoriales, seculares, salmuera solar de la plaza
bisagra de los tiempos
memorias del amor bajo el níspero
que funda dinastías, repite rostros y palabras
convoca a los santos a la cama
mantiene las velas encendidas, sonríe
como los adobes que pavimentan el silencio
que pavimentan la estatua y el camino al tálamo
al roble adivinador, al alacrán sangrante
el golpe seco del imán sobre los clavos de la cruz
se abre como una flor preñada
con ocho meses pasados, como plomo aterrado
mordiendo polvos de sed
desmontando el miedo a la palabra
empinado como un demente en la ventana
gritando su nombre, a la multitud del césped
se abre y no se puede detener una palpitación
que tiene trueno nominal de forma
que tiene un galope marino
de olas contra piedra, de olas contra puerto
ola contra poema abierto
como las rodillas sobre el cuello, poema abierto
como la cayena sedienta, abierta
como una bisagra abierta
se abre sonando roca contra roca
puñal contra puñal
herida contra persignación
el chasquido de una puerta abierta
el relincho de un beso
esta montura salvaje que nos sostiene
este intento de mundo
se abre
y vemos los filamentos romperse
como rache de chicle y sangre
un fiero cuchillazo en cámara lenta
un escote vergonzoso
sin nada que ocultar, más
que unas medias envueltas para simular tetas
o unos pezones asimétricos
parlanchines, borrachos en la escalera del pecho
como un condominio de mujeres alegres
donde las tías y sobrinas combinan sus nombres
se abre, como las puertas transparentes
de las duchas, y los vapores televisivos
de la regadera hirviente de los ricos
se abre como una salud forzosa
dueña de su muerte, anuncio
de sepelio y cremación
rígido taconeo de oficina postal
oficina fúnebre, con sonrisas
acostumbrados a cortarle la camisa al muerto
adictos al formol, para calmar la migraña
como una dieta, abierto,
el estómago pidiendo burundanga
como una constelación de gerberas sexuales
afrodisiacos calamitosos, de mito
se abre como una montaña
que esconde sus cuevas en la memoria del pájaro
que riega sus desnudeces con aceite de maíz
para dorarse, ser eternamente húmeda y apetecible
como una gruta paleolítica
donde se han trazado los órganos de una batalla
un encierro que visitan los niños y los curas
los novios adolescentes, los matemáticos fogosos
se abre como una espalda, de piernas
un par de nalgas abiertas
con una mano en cada nalga
y el poema allí, mirándote como pirata milenario
como si fueras a cometer un crimen atroz
pero atento a cada sinfonía de Vivaldi
pero atento al tacto que nos enreda
nuestro cruce, con el picaflor
abierto como una flor
como un geranio impaciente y sexuado
como una intriga y su juego de colores
abierto como un mortero
renglón de escondites gozosos
como el fusil quemado de todo el sistema
la conexión perversa y sonora
donde la lengua juega sus mejores cartas
donde el poema pulsa, hasta entrar
y resbalarse en la gracia del espíritu santo
para quedar lleno y abierto, completo, fúnebre
satisfecho
se abre con la más extendida dilación
como una A en pleno aborto seminal
una roca perforada por un rayo
una estrella de cartón, un velero
un árbol caído con hojas vivas
la siembra eterna de una leyenda
un rito de colmenas ocultas en el concreto
la pasantía de la cerveza en el alma
el ruedo de los acordes
un violín consonante que vulgariza la luna
el clarinete que anuncia la muerte
una rueda vuelta en llamas de cielo
la lluvia de colores
el olvido, sediento, de la catequesis
se abre como un pan en la mesa
como una pareja de jóvenes en la mesa
como una reunión de puñales embajadores
de la paz, se abre, como un rugido
se abre como los clientes oportunos del silencio
la noche abierta
se abre en la paz de abrirse para siempre
ensalivado y sediento, como un tordo
el camino olvidado dentro de un libro lleno de hongos
cabezones y alucinógenos, como un trueno
se abre como la pupila, como los ojos
de un cazador de conejos, se abre
como una cerveza contra el ojal de la puerta
como una mujer que ama secretamente a su mano
como un resorte, bifronte, sonriente
se abre para que las cosquillas se orinen solas
se abre
como en la oreja machista de las recién nacidas
se abre como en las faldas machistas de las solteras
se abre, morbosamente, y palpita
se abre con cerrojo y doble tranca
se abre y oscurece, se abre y oculta
se abre dos metros y medio bajo tierra
y no se abre más.
[Del libro Prontuario. 2018]
Visitas: 18
Aún no hay respuestas