Acosado
He pensado en la ventana
como una forma de acercarme a ti
no es muy ajeno saber
que estás en esta misma oscuridad
pienso en la ventana, y te veo, como un atardecer
volverte fuego, y tus ojos que se abren a la hoguera
y tus piernas que son diamantes tallados
permíteme
cerrar un poco los ojos para ver mejor
porque a ti la luz te es inmanente, porque de lejos
cuando pasas, me siento un estallido de cristales
Pienso en la ventana,
pero sé que de tu espalda saldrán alas
y tus cortos cabellos se alisarán para matarme,
con la violencia de tus ojos, me basta,
no queda de otra en el alma
este miedo de los días, miedo a decirte, eres bello
miedo a ser parte de tu hombro
a recubrir la memoria
con el despojo oportuno, de los aciertos
Y veo que me hablas, desde tu mudez
que enfrentas las lunas
que no hay otro propósito, para mí, que la derrota
(alucino), siempre observar será un pecado imperdonable
te veo desde aquella tarde, en que te hiciste
visible con los suspiros callados
tú, este estigma que tanto
me atrae, el dolor de los dolores vivos
¿Puedes predecir
de otra forma
los aciertos inconstantes?
una ruptura en todas las bocas prohíbe el beso
el beso que yo quiero
el que tú no sospecharías darme
Ahora que me miras,
(sin tu propio permiso,
a través de los cristales de la gente)
debo bendecirme lo más que pueda,
hasta donde me lleguen las rodillas en el piso
más abajo de mi propia piel,
sudando la contemplación del instante
antes que me arrastre el grito fugaz de tu movimiento
y solo quedes tú, callado en la memoria
en la poquedad de este sacrificio
¿No me recuerdas?
no era de extrañarse
que tanta
conversación buscada fuera
una exploración de la esperanza
y espero que no te moleste saber
que tengo
el alma a tono
para amarte
posiblemente, tú desconozcas ahora la alegría de ser mi muso
no te pido más
como está mi situación de alma,
mis ruinas
no te pido otra cosa, que ese silencio
bien administrado en tu boca
en los pasos rojos que marcas ante mis ojos
huellas que persigo hasta el reflejo
y esa sonrisa
que no has soltado aún
la que me pertenece
no por los instintos comunes del dominio
sino porque la he soñado
antes, mucho antes
de que tu boca llegara a ser mi único jazmín de amor
por eso tu mano, no es un juego de dedos
sino un camino a la caricia,
un arrullo, que tus no-deseos-amorosos
guardan para la llegada del olvido
La sequedad no termina en la garganta
digamos, que allí comienza,
y baja hasta tus pies
donde también
comienza el destino
y tus piernas,
con ellas basta para la paz
definitivamente, ellas, tus piernas
esperan la hora para revelarse
cuando unos ojos precavidos
(bien pueden ser estos
los míos
ajenos a tu voluntad)
circulen por tu sangre
por tus venas ocultas
por esa cantidad de aromas que son fuente
por esa empinada, terca quizás
solvencia del caminar
(no puedo negar
que la presencia
del candado de tu casa
le da un final muy triste
a mi intento de enamorarte
pero, persisto, porque nunca
se ha forjado una muerte sin llave)
Vigilándote, frente
a tu casa, he sabido que eres bello
que escondes una fragancia a los ojos
que tus labios son un beso
que camina sin compartirse
he sabido que tu pecho
(y perdona que lo diga)
tiene el talle de mi deseo
pero ando casi muerto, por no tenerte
(y peor)
no tener ni esperanzas.
¿me podrás creer, que tu lunar es la luna misma
que tus labios, ahora retocados
por el recuerdo, son el diapasón
que ese reloj negro, que da cuenta
de tus mañas de varón, es una sed
que tus hombros, de imponencia
me llenan los dientes
que tu gesto, casi oculto, de placer
es la quietud de los sexos del cosmos
que a tu pelo, sólo le falta
un baño de siemprevivas
para no ser de este contexto, sino
de la boca, de la risa, del relámpago?
por poco tiembla el mundo donde tú estás parado
y tu cuerpo sostiene el piso
de los seres que te vemos
(aunque sólo yo te veo de verdad)
aunque solo te veo en la saliente de este sol
sol que es tu boca
y cuerpo como horizonte
inmensidad que deseo abrazar
junto a la fragilidad de tu sed
¿Por qué quedarme
con la imagen de tus ojos
si puedo dibujarle, de dicha
algunas lágrimas al olvido?
Debo confesarlo, aquí
queda mi obstinada paciencia
y tu belleza inalcanzable
solo la forma de tu ropa
y tu desnudez, por consiguiente
en ella me quedaré un rato
a deleitarme, porque no es la piel
del mismo color lo que busco
ni la marca de tus lunares, que te hacen único
lo que tu desnudez me ofrece
es la cháchara de nuestras soledades
ese tocarte la mano, que tanto
espero hacer, este saber
que eres hombre, no desde
la carne, sino desde la voz
y me escondo, porque tu ropa puesta
en la absorción del desnudo, me invita a seducirte
claro, que no estoy
a tu lado para saber exactamente lo que haces
mucho menos me dejo
llevar, por la otra vida que tus ojos reflejan
solo me guio, por ese cerrar
de las pestañas invisibles
ese quieto ronronear de las vestiduras,
ese caído hallazgo de tu cuerpo tras las telas
lo mullido de tus labios que me invitan a besar
(deberíamos besarnos
por la calle, como un accidente
puede ser una oportunidad
para conocernos)
voy a tender la cama, para que
nuestras almas se conozcan
mientras nosotros vivimos
en dos cuerpos diferentes
en la caída de agua, curva, que
llevan los sueños
no creas que soy un tipo valiente
(te escribo estos poemas, porque
quizá, no pueda verte a la cara jamás)
pero tus labios son un anzuelo, y créeme
que lo he tragado tanto
que si me los quitas
(me los prohíbes)
te traerás mi esqueleto
entero
aguijoneado en su punta
Atiende un poco a lo que te voy a decir
este poema, no es para que te enamores ahora
sino, para sembrarlo en tu pecho
en tu imposible pecho
de amor eterno
desconocido.
Del libro Canto Civil (2018)
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