La zulianidad se funda sobre una tradición genética, cultural y cosmogónica que se remonta al siglo diecinueve, que hace 22 años (con el decreto del año 2002) consiguió ser definida y difundida por la gobernación del estado Zulia. Una identidad latente que afloró gracias a que todo el pueblo zuliano asumió la defensa de sus principios, sus costumbres, sus manifestaciones artísticas, dándole sentido a una fecha patria que estaba oculta en los anales de la historia: el 28 de enero de 1821, cuando se vivió el pronunciamiento de Maracaibo, a través del cual nació el nombre de Zulia y sirvió para adherirnos a la causa de la independencia bolivariana que habría de consagrarse con la constitución de la República de Colombia y la posterior unión de la república de Venezuela. La zulianidad logra darle sentido a todos los rasgos culturales del zuliano, haciendo más profundas sus raíces y permitiendo que todos los venezolanos nacidos o residenciados en el Zulia se encuentren en una de las expresiones idiosincráticas más sólidas de nuestra nación. Desde las relaciones ancestrales entre los pueblos indígenas de la cuenca del lago, la sierra de Perijá y el desierto de la Guajira, pasando por las relaciones del eje agroexportador del lago de Maracaibo en la colonia, hasta la moderna economía petrolera, industrial y comercial, el Zulia ha construido una unidad de expresiones culturales, artísticas y políticas que hoy coinciden en el espíritu de lucha y resistencia que mantiene al Zulia de pie ante las adversidades.
En contraposición, la venezolanidad está en decadencia, y cada vez les da menos razones a los venezolanos para sentirte orgullosos. ¿Será que Manuel Rosales tiene que ser presidente de Venezuela para reinventar la venezolanidad? ¿Por qué los zulianos tenemos esta manera especial de ser?
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