Anotaciones de “adelanto” para una Antología de Poesía Venezolana
Tendría que decir mucho para justificar una muestra tan reducida y arbitraria de la poesía venezolana, más con el compromiso de ser publicada en Círculo de Poesía, en ocasión de su millón de visitas. En mi defensa diré que este proyecto, que lleva por título PATRIA DE ADENTRO, es más amplio y acorde con los reclamos que siempre hemos hecho ante las injusticias del espejo crítico centralista de Venezuela. La poesía venezolana, una de las expresiones poéticas de Latinoamérica que goza de mejor autoestima, merece desde hace años, intentos antológicos que reflejen su actualidad, libre de los vicios de esa misma “actualidad”. Por ello, el criterio que se presentará en la antología total, será el poema, como producto definido, más allá de la reiterada construcción de antologías mecánicas e historicistas. El orden propuesto, diferente al cronológico, será dado por la trascendencia que, creo, tiene cada forma de expresión poética en la diversidad discursiva que constituye el término poesía venezolana. Dividida entre “Fundadores”, “Contemporáneos” y “Nuevas voces”, veremos fluctuar la rica y estable tradición poética de Venezuela. Eso en cuanto al proyecto completo, que será presentado a finales de año.
Este “adelanto”, mucho más sesgado, intenta exponer a penas 18 autores, que pueden ser piezas flotantes de un sistema de acción poética complejo. Cada uno, es su voz, se inscribe, en mayor o menor medida en la tradición poética venezolana, que al contrario de alimentar un sentimiento nacional, se decanta más por bollar en la superficie de la patria y confirman al individuo como dador de arte al sistema. Sin caer en el interesante juego de tradición y ruptura, creo traer para ustedes una muestra del heterogéneo país que es Venezuela, y de la fidelidad de sus escritores a lengua, o más intrínseco: la lucha almada por reivindicar las hablas.
La PATRIA DE ADENTRO quizá sea el único motivo para unir, coherentemente, estos nombres. Alfredo Silva Estrada, representa al poeta consumado de la Venezuela del siglo XX, quizá una de las voces más universales, auténticas y compuestas dentro del hallazgo, que nuestra literatura conozca: mucho más transparente e imposible que los poetas que lo antecedieron en la tradición, pero más obscuro y amargamente diáfano en la pronunciación de los sentidos, de la imagen como fuente y de la clarividencia del poeta, frente a su público invisible. Contrapuesto a Caupolicán Ovalles, polémico iniciador de la vanguardia activa y multigenérica de nuestra literatura, que vendrá a consumarse, como André Bretón en sus buenos tiempos, en el epicentro de una actividad político-literaria, sin el refinamiento y ascetismo de la clase alta caraqueña, pero tentado, como todos, a ser un conde: con su poética, injustamente olvidada por derechos y siniestros, enfrenta la tradición desde la trinchera de la memoria racial y social, con una soltura sintáctica que maravillará las futuras generaciones, por encima de las fuerzas semánticas del discurso moderno.
Fernando Paz Castillo, es un poeta de los iniciadores de la tradición. A él, y a su generación se opondrán todas las formas de poesía, hasta conseguir el desconocimiento de la obra. Quizá su mejor libro, Signo, será un hito indescifrable de nuestra PATRIA DE ADENTRO. Su poesía, ausente de todo fundamento de modernidad o modernismo, se busca a sí misma como en espiral: una huella que marcará el rumbo para los poetas de este país, ensimismados y terrenales: apócopes del universo. Juan Sánchez Peláez, fundador de una tradición dentro de la tradición: él y sus seguidores, son el eco de una forma poética que remonta al nacimiento de las palabras con ánima. Su poesía, de extrema modernidad, se adecenta con el lenguaje sopesado de un poeta de corta producción: el poeta de la maduración. Siempre cercano a las fuentes robustas de la tradición poética. Consistente con el discurso de la poesía venezolana, pero en terreno seguro ante los extremos lingüísticos de Silva Estrada o Caupolicán Ovalles.
Luis Alberto Crespo, quien ha gozado de las mieles más puras de la nostalgia, se nos entrega en esta selección como lo que es: un poeta epicentro. Ningún lector que lo conozca podrá negar el poder cegador de su palabra. Quizá el más adelantado juego con el silencio y la sintaxis de nuestra poesía. Sus raíces consiguieron un río interno que lo convierte en el maestro y detractor de la nueva poesía venezolana. Es absoluta su influencia en el hacer de los nuevos poetas venezolanos. Su poética goza de la saludable intención totalizadora del universo. Sobre el mito mismo de lo venezolano se funda una obra poética que arraiga el mejor desarraigo de la literatura. Uno de los más claros merecedores del Premio Nobel de Literatura, por parte de Venezuela, más allá de sus polémicas y fructíferas interacciones con el poder. En Luis Alberto Crespo, la palabra es fuente y fomento, llanura y amarra, memoria y sueño: desvelo, mediodía y resolana.
María Calcaño, mujer y maracaibeña, sin discriminación en esos aspectos, podemos observar su particularidad, en el ámbito nacional: en su poesía, anacrónicamente valorada, hallamos el acierto de la voz, la autenticidad de lo pasional, un juego perverso con el discurso establecido del erotismo, pero definitivamente, la consumación de lo íntimo como manifiesto poético. Estas cualidades centradas en poemas de firme compostura lingüística, nos enfrentan a mujer que luchó por definirse, en medio de una sociedad machista que sí logró castrarla y reducirla hasta la muerte y la invisibilidad. Vuelve a nosotros como una mártir, valor que asumen en su poesía, de manera visionaria, y que aporta a la PATRIA DE ADENTRO en forma de poesía y resentimiento.
Rafael Cadenas, conocido jugador del discurso poético universal; bien inscrito en la escuela de la poesía caraqueña fundada por Silva Estrada, logra desprenderse los poetas venezolanos adocenados en la tranquilidad del lenguaje y la seguridad intelectual, con el poema como dador de dudas. Es Cadenas, un sembrador del terror moral y metal. Su poesía nos conduce a nuestro propio desconocimiento, amnesia de la razón, un desquite con la palabra que nos pone de frente al lenguaje más visceral y comedido. Rafael Cadenas, es la justificación para el desconcierto de la tradición, en la tradición misma.
En Vicente Gerbasi, está nuestro Pablo Neruda. En Vicente Gerbasi, nuestro mejor descubridor. Canoabo: un hallazgo. El poeta que busca inspirarse. El poeta que es línea sobre línea un comunicador de realidades. Poeta pontífice. Su investidura de poeta lo levanta en la PATRIA DE ADENTRO como el dueño de la retórica, ninguno como él para la metáfora. Su escuela es larga, y va desde Ramón Palomares hasta Gustavo Pereira, pasando sus influencias por la mejor y peor poesía del país. Pero en su rito interno, el poema de Gerbasi, en una fina pieza de perfección..
El cuanto a los poetas contemporáneos, el rango sigue siendo diferente al temporal. Por eso encontramos a un poeta encabezando, que tiene la edad para ser fundador, como es Alfredo Chacón, pero quién no ha fundado aún una escuela ni una tradición dentro de nuestra tradición poética, aunque su obra, potencialmente es un sigma. Su obra, de poderoso juego con lo intelectual, de interesante riesgo semántico; se enfrenta a las espaldas de su generación y a las espaldas consecutivas de las nuevas voces. Su poesía es un fermento puro para paladares exquisitos, que degustan de lo onírico, lo ontológico y metapoético, diluido en buen poema, sin grandes sabores y repleto de sutiles hallazgos, que van desde una maravillosa coma, hasta la composición versal de una obra maestra. Chacón es el maestro en potencia, esperando aún por fundar su escuela en la poesía venezolana.
En otro extremo, de factura más reciente, pero igual de potente, encontramos la obra de Carlos Ildemar Pérez, quién apuesta por fundar una tradición dentro de la tradición reinante. Con su planteamiento llamado Provincianismo cósmico, busca deslastrarse de la teoría mítica de la poética para, con su hacer, fomentar el discurso del adentro. En sus libros encontramos el símbolo y la metáfora al servicio de la ternura y la nostalgia, que arrinconan cualquier intento semántico para la profundidad del individuo como protagonista de un colectivo interno. El descubrimiento mundial de su obra será una contribución al hacer poético y ontológico de la gran literatura.
Eleonora Requena, es una exponente de la poesía más nítida de la contemporaneidad venezolana. Su deudo es la sensación y los lectores encuentran en sus palabras un magreo sutil de la existencia, que puede llevarnos del agobio a la esperanza, en un cambio de palabras. Nos enseña a encarar la poesía, verso a verso, como en un baile de nuevos acordes. Sin salirse de la tradición del lenguaje erotizado y sensual de lo femenino, acopla en sentido, una emoción de descubrimiento, terrenal, casi mundano. Su sintaxis, de la escuela caraqueña de la poesía como rictus, nos deja ver un juego fonético que hurga lo musical y lo ínfimo.
Lydda Franco Farías es una maestra del género, cuyas fallidas escuelas, la convierten en el referente más vivo de la poesía en femenino de nuestra poesía contemporánea. Su voz, desinhibida, donde el poema se muestra desnudo o vestido con pétalos mortales. Su presencia en la poesía rompe con los tabúes de la participación política y se suscribe a la poesía conversada donde el lenguaje que pesa y se hace forma de mundo. Miguel James, en el mismo sentido, se hace eco de una generación de poetas que, huyendo a la mitología del compromiso político, buscan para la poesía el lado más simpático de la vida. Con una sintaxis castrada y un manejo descarado de la palabra, convierte lo intrascendente y polémico, lo sagrado y pagano, en poesía. William Osuna, anterior a ellos, ciertamente inscrito en la poesía social, tiene su ancla más profunda en la nostalgia, para que la poesía potencie la memoria hasta convertirla en patrimonio. La otra cara de estos tres poetas, dispares e irreconocibles como generación, marca una nueva vanguardia del hacer diáfano en el poema venezolano.
Las nuevas veces, están representada en este dossier, apenas por cuatro poetas: Adalber Salas, Carmen Chazzin, Ennio Tucci y Freddy Ñañez, elegidos de sectores completamente diferentes de la acción cultural y poética del país, comprenden una muestra de cómo la tradición poética nacional se afianza en la construcción de hablas más cómodas a los tiempos y a las sensaciones humanas. El domino de la técnica, el recurso como fuente de inspiración; y en los cuatro casos, la juventud del poema, el leve atrevimiento de los versos, la tematología evidente pero incisiva: en todos, una promesa. Quizá en Freddy Ñañez y en Adalber Salas, encontraremos poetas más definidos, canalizados en su búsqueda; mientras en Ennio Tucci y Carmen Chazzin, tenemos el probeta de una familia de poetas con oportunidades de acción mucho más diversas; pero en los cuatro hallamos el fuero de la lectura y el deseo de inscribirse en la tradición poética venezolana: LA PATRIA DE ADENTRO, el patrimonio del alma.
Luis Perozo Cervantes.
Maracaibo, marzo 2013.
Fundadores
Alfredo Silva Estrada
(Caracas. 1933 / Caracas. 2009)
De la casa arraigada (1953), Cercos (1954), Del traspaso (1962), Integraciones, 1954-1957. De la unidad de la fuga (1962), Arácnidos (1963), Literales (1963), Transverbales I (1967), Lo nunca proyectado (1967), Invisibilia (1967), Acercamientos: obra poética 1952-67. Antología (1969, 1977), Transverbales II (1972), Transverbales III (1972), Los moradores, 1970-74 (1975), Los quintetos del círculo (1978), Contra el espacio hostil (1979), Variaciones sobre reticuláreas (1979), Dedicación y ofrenda (1986), De bichos exaltados (1900), Foulées d’exil (1984, antología), Acercamientos. Antología poética 1952-1991 (1992), Saveur des traces (1996), Por los respiraderos del día, 1980-1992 / En todo un momento, 1989-1933 (1998), Al través (2000).
*
SENTIDO
Sintiendo en el instante creemos:
no hay arriba ni abajo,
igual cuando nada surge
(pero habitamos con acento)
E igual se afirma
arriba, abajo, en el centro,
el necesario resurgir. Y sentimos
la negación destrozada, acento.
Acentuándose, sintiendo el macizo remoto
¡que vértigo en las manos!
cerradas, abiertas
al estar así sintiendo
lo rugoso, lo liso. Y jamás volver a sentir
esta calma reconocida en el vértigo.
No está en las manos.
Tan simplemente cóncava, está. Y sentimos
aquí, hasta remotamente. Sintiendo
ilímite recreándose nos cerca
más allá y en los párpados. Recreación.
Y se retrae
pues quedamos a nivel desbandado
sosteniendo y sostenidos
por lo que permanece retraído y surgiendo.
Sentir esto sólo
y no dice la lengua su sentir.
Variación saboreada
del saber del sabor en la lengua
sintiendo lo intransferible. A solas
y a nivel desbandado
sintiendo todo siempre extraño.
Y los ojos ¿en qué contacto intransferible?
Casi visión
sentir el aire siempre extraño
hasta el olvido de la asfixia.
Sintiendo, olvidamos. Otro sentido
a nivel desbandado nos atrae. Ni disensión
ni tropos es la sed del sentido por hallarse
instando, acentuándose, conduciéndonos
sin posesión en el sentir.
*
EN LOS UMBRALES
En los umbrales
Ante puertas erectas
No hay desgaste
apenas plenitud
Ni barniz cuarteado ni leño carcomido
Ni rostro oculto tras el rostro
Serenidad apenas
Nadie insinúa en la noche
Los relieves del día no vivido
Nadie graba en lo oscuro
Borrosos frutos
Estás allí erguido como nunca
Bajo las vetustas arcadas
Y los puentes de un antes que se esfuma
Estás allí
En todos los lugares comunes rezumantes
Los sexos
En recios extravíos y entre los surcos suavizados
¿Quién lo afirma junto al ciprés más hendido y tanta hierba inquebrantable?
Frente a frente posible
Por este día en vislumbres que se arriesga en el júbilo
*
LA POESÍA
La Poesía desde el amanecer
Abrir esta ventana
Y celebrar el pan
Y nuestro amor con horizonte
*
Y la cosa aquí no ha aparecido
Una visión de nunca
por instantes
en el ahondado reposo del latido
captando hasta los poros
se arroja a un delirio de piedra.
Y en la continuidad perseguida
de la ráfaga fantasmal tendida al sueño
ábrese el desnivel de la significación desterrante.
El reposar golpe,
golpea sobre la tierra celadora
la develación de la muerte.
Más solo un eco ambiguo responde:
dar paso, asentir, aguardar
en la extinguida conjetura
el muro por siempre habitable
y el azar de par en par al fin
como una puerta amiga.
*
VA LIBRE DE MÍ MISMO
Va libre de mí mismo y de sí mismo
Y me ilumina y canta
Juntos sobrevivimos
Sobre el tropel de la ciudad ahogada en su inmundicia
Entre andrajos el tiempo es aire libre
Descubriendo la inocencia de un rostro
Y el instante
Cuarteado de estampidos
Es la huella continua
La pisada desnuda que se afirma junto a los sumideros de la nada
Los tajos del olvido
Las fracturas de ausencia
En mi insomnio respira su escritura
Desde ruinas de sueños hacia futuros horizontes olvidados
En la erguida constancia de la sangre
Sostenido feliz a flor de horario
Horas hechas de humus
De estrellas que se hunden con la rueda atascada
Y vuelven con el eje el diamante y el ajo
Horno a plena intemperie su latencia de fuego
Vertiente y lactescencia de un ritmo constelado
Cuerpo
Transpiración de la página
El ser en su comienzo sin nombre sin imagen
Y la meditación
Un halo apenas sobre las mieses
Las sienes en las cumbres
Las voces subterráneas
*
ACERCAMIENTOS
Por momentos
brechas apenas sobre la indiferencia rocosa
por momentos
en un paso al descuido entre dos piedras silenciosas
por momentos
¿de qué tiempo aún no vivido
como si respirásemos olvido inabarcable?
por momentos
franqueamos la niebla conjetural
y llegamos a ver
como si el origen fuera cosa
como si el destino fuera cosa
llegamos a ver nuestro propio despojo
nuestro despojo inmóvil invadiendo la memoria
nuestra memoria desmembrada
el despojo agrandado en el desvelo de ver
ver
olvidándonos en un vilo sin tensión
olvidados
de la apetencia que levanta su ráfaga continua
su ráfaga continua de espacios habitados
habitamos por momentos
nuestro despojo inmóvil desplazando la memoria
nuestro despojo excedido en el desvelo de ver
nuestro despojo en vilo
en vilo sin tensión entre dos piedras silenciosas
y todo lo que fuimos cae en escoria de niebla
en exaltación traspasada por la suficiencia total
la indiferencia total sin fundamentos
brechas apenas
una visión rocosa traspasa hasta el sin sentido del abismo
y todavía
los huesos que comprenden el movimiento
la respiración que no comprende la respiración
y un ansia de escrutar la evidencia del tiempo
en la desierta conjetura la evidencia del despojo
en un reposo donde la respiración no es reposo
la muerte simplemente
la muerte en bloque de tierra sin promesas
como una cosa sola
como esta niebla de súbito rígida y deshecha
entre dos piedras silenciosas
palpamos
nuestro despojo inmóvil desplazando la memoria
sin pavor ¿con qué manos?
en el rechazo de quimeras la evidencia del despojo
la evidencia del despojo en una niebla rígida
la niebla conduce la visión como una cosa sola
como las brechas ciegas
como si el origen fuera cosa
como si el destino fuera cosa vivida por momentos sin vislumbres
mientras en ráfaga continua
una vislumbre insiste entre dos piedras silenciosas
la niebla empiece el desvelo de ver
los sentidos golpean el sin sentido
la aspiración sobre el bloque de tierra sin promesas
sobre las brechas ciegas
el balbuceo de vuelo indescifrable
nos abarca para decir la muerte
mientras la muerte se dice en nuestra aspiración extenuada
en la memoria desmembrada por el desvelo de ver
de ver e interrogar nuestro propio despojo
excedido entre dos piedras silenciosas
Caupolicán Ovalles
(Guarenas. 1936 / Caracas. 2001)
¿Duerme usted señor presidente? (1962), En uso de razón (1963), Elegía en rojo a la muerte de Guatimocín, mi padre, alias El Globo (1967), Copa de hueso (1972, Antología), Sexto sentido o diario de Praga (1973), Ha muerto un colmenar de la colmena (1973), Canción anónima (1980), Para canción y canción de Evita Paraíso (1980), Convertido en pez viví enamorado del destino (1989).
*
Si en vez de dormir
bailara tango
con sus ministros
y sus jefes de amor
nosotros podríamos
oír
de noche en noche
su taconeo
de archiduque
o duquesa.
Podríamos reír
sólo de verle,
ridículo como es,
esperar los aplausos
de toda la gendarmería
frenética.
Claro que uno está cansado
y quiere un poco de diversión
monstruosa,
como ésta
de verle
con la lira en el cuello
colgada,
como un romano
o como una romana
ciega de absurdas creencias geniales.
Si en vez de prometer
el descubrimiento de la piedra
filosofal
que ha de producir pan
y billetes de veinte
se dedicara,
por lo soberbio que es,
a vender patatas podridas
o maíz rancio,
los indios de esta nación
le llamarían
Cacique Ojo de Perla.
Si en vez de llorar
te murieses un día de estos,
como una puerca elegante con sus grasas
importadas del Norte,
nosotros,
que estamos cansados
de tanta estúpida confesión,
pondríamos a bailar las piedras
y los árboles darían frutos manufacturados.
Con tu vieja y putrefacta osamenta,
alimento de ratas,
llenaremos un solo lugar de esta tierra
y la llamaremos
la Cueva Maldita
y será proscrita de ver
y de acercarse a ella
por temor a despertar tus histéricas
ternuras.
Te llaman
José el de los sueños,
el de las vacas sagradas,
el dueño de las vacas más flacas
y
Presidente de la “Sociedad Condal del Sueño”.
Tus amigos te llaman
Barbitúrico.
¿Hasta cuándo duerme usted, señor Presidente?
Si adora la vaca,
¡duerme!
Si al becerro adora,
¡duerme!
Y si el General le da su almuerzo,
duerme como una lirona
o le da una pataleta de sueño.
Cara de Barro,
Ojo para ver las Serpientes
y llamarlas,
Ojo para hacer compañía
y quemarte
con el humilde Kerosene,
Ojo para tenerse a mi servicio
como mozo de alcoba
barato.
¿Duerme usted, señor Presidente?
Le pregunto por ser joven apuesto
y no como usted, señor de la siesta.
Ojo de barro y Water de Urgencia.
*
TRES MINIMODRAMAS
1
EL CURA
El cura
se llevó
las manos
al pecho
Y dijo
¡Jesús!
¡Jesús!
Y Jesús
no lo escuchó
porque
Jesús
no escucha
El cura no volvió
a decir
¡Jesús!
¡Jesús!
porque
decía
¡Escuchad cabrón!
2
FRENTE A LA MANIFESTACIÓN
El policía
tomó su revólver
en la mano
frente a la manifestación
Y dijo
¡Buena vaina!
Y se pegó un tiro
en la nuca
El policía
dijo
después de muerto
¡MUERA EL MINISTRO!
3
LA BRUJA DE VEINTE AÑOS
La cocinera
se pintó los labios
y
salió
como una bruja de veinte años
En la esquina
le dijo
el cartero
¡adiós Bella!
La cocinera
bruja de veinte años
con sus labios
pintados
que parecían
los de una vaca
primorosa
le dijo
Que va mi amor
hoy no
que voy al Partido.
*
UNA NOCHE
Una noche quiero hacer mía una sirvienta
Soy demasiado pequeño ella se ríe
Pero parece que quisiera Y entonces me quedo
dormido Soy demasiado pequeño
Una noche una sirvienta Es que soy demasiado pequeño
Su nombre es corto
Su pelo es corto
Su inteligencia es corta Creo que le dicen la bruta esa
Y de vez en cuando con mi dedo le toco en la nalga
y salgo corriendo
Un día tuve amores Tengo cinco años
Soy demasiado pequeño
Un día hablo -como si fueran novias- con gallinas blancas
coloradas
negras
de un patio de doscientas
Uno no se explica nada y tiene miedo de preguntar
No vaya a ser que le digan “quédese quieto”
o “vaya a dormir” Yo sé
*
PUES BIEN ME IRÉ A ESE CAJÓN DE LA POSTA
A José Antonio Ramos Sucre
¿Qué hacer, Señor?
Si al querer soldar
la caja de plomo
encontró un
DRAGÓN, que le mordió la muerte!
¿Qué aconteció allí Señor?
¿Sería que el muerto era un muerto
de mala intención o la mala intención
la tenía el latonero o la urna era de
doble combinación o el dragón era de
papel o de los pintados al fondo de
ciertas urnas?
Ah! ¿Se trataba, Gran Señor, de una mujer a reacción?
¿QUÉ
estando pariendo
arrojó con estrépito,
por la boca del útero una llama tan grande,
que abrazó la criatura y las manos de la comadre?
¿Era por el contrario un parto JET?
¿O fue, SU EXCELENCIA, la Comadre,
la que por desaveniencias de tipo doméstico,
colocó un explosivo, que de tan mala manera
acabó con el parto?
O ¿será acaso ¡BENEMÉRITO SEÑOR!
que no os desagrada
UNA BOTELLA DETONANTE – PUM?!!!!!
¿eh?
*
Pienso
que como me acuesto como un
tigre
debo despertarme como dos
tigres
y al otro día
como tres
es decir
que dentro de varios siglos
seré un representante
cualitativo de la
ESPECIE.
Fernando Paz Castillo
(Caracas. 1893 / Caracas. 1982)
La voz de los cuatro vientos (1931, 1952, 1973), Signo (1937), Entre sombras y luces (1945), Enigma de cuerpo y espíritu (1956), Poesías (1962), El huerto de doñana (1969), El otro lado del tiempo (1971), Pautas (1973), Poesías escogidas, 1920-1974 (1974), Persistencias (1975), Antología poética (1979), Poesía (1986).
*
El muro
Beauty is truth, truth beauty, that is all
Ye know on earth, and all ye need to know
John Keats
I
Un muro en la tarde,
y en la hora
una línea blanca, indefinida
sobre el campo verde
y bajo el cielo.
II
Un pájaro -en hoja y viento-
ha puesto su canción más bella
sobre el muro.
III
Enlutado de su propia existencia
-detenida entre su breve sombra
y su destino-
un zamuro, bello por la distancia y por el vuelo,
infunde angustia en el alma profeta:
una fría angustia, cuando
certero, como vencida flecha
-oscura flecha que aún conserva su impulso inicial-
cae tras el muro.
IV
La vida es una constante
y hermosa destrucción:
vivir es hacer daño.
V
Pero el muro,
el silencioso y blanco muro
parece que nos dice:
«hasta aquí llegan tus ojos,
menos agudos que tu instinto.
Yo separo tu vida de otras vidas
pequeñas; pero grandes cuando el ocaso,
el oro insinuante del ocaso llega».
VI
Acaso tras el muro,
tan alto al deseo como pequeño a la esperanza,
no exista más que lo ya visto en el camino
junto a la vida y la muerte,
la tregua y el dolor
y la sombra de Dios indiferente.
VII
Dios -muro frente a recuerdos y visiones-
está solo, íntimamente solo
en nuestros ojos
y en el menudo nombre
que lo ata a las cosas;
a la seda del canto del canario
fraterno
y a la noche que vuela en el zamuro:
fúnebre, pulido estuche de cosas ayer bellas
o tristes
que habrán de serlo nuevamente
del lado acá del muro,
con el temor reciente de volver al origen.
VIII
¿Morir?…
Pero si nada hay más bello en su hora
-frente al muro-
que los serenos ojos de los moribundos,
anegados por su propio silencio;
perdido ya, por entre frescas espigas encontradas,
el temor de morir,
y de haber vivido, como hombre, entre hombres,
que apenas -oscurecidos en su existir-
los comprendieron.
IX
Entonces el muro
parece allanarse entre el olvidado rencor
y la esperanza:
Es súbito camino, no límite de sombra y canto,
ante un nuevo Dios que nos aguarda
-que nos aguarda siempre-
y no conoceremos
a pesar de que marcha en nuestras huellas;
que nos llega de lejos,
del lado de la luz,
y que vamos dejando en el camino,
como algo, que no es tierra,
atado, sin embargo, a nuestros pies.
X
El muro en la tarde,
entre la hierba, el canto y el fúnebre vuelo:
presencia del dolor de vivir
y no morir;
consuelo de volver, en tierra y oro,
con la inquietud de haber sido;
polvo y oro que regresa eternamente,
como la muerte cotidiana,
bajo el granado trigal de la noche insomne,
rumorosa de viento alto
y de luceros.
El sediento corazón siente leticia:
el corazón y las queridas, tímidas palabras
huelen, como el muro en la tarde,
a cielo y tierra confundidos,
cuando el morir es cosa nuestra
y, como nuestro, lo queremos.
Lo queremos pudorosos,
en silencio, sin violencias,
mientras los otros temen -aún distantes-
la sensitiva soledad naciente
para el hombre, no humano, y su destino
confuso.
XI
Porque no hay muerte sino vida
del lado allá del canto, del lado allá del vuelo,
del lado allá del tiempo.
XII
Vaga intuición de perdurar
frente a la muerte ambicionada
y oscura…
Porque la muerte, imagen de nosotros
y criatura nuestra,
es distinta a la no vida
que jamás ha existido.
Ya que el verbo de Dios, que todo lo ha dispuesto
en la conciencia del hombre, no pudo crear la muerte
sin morir El y su callada nostalgia
de pensar y sufrir humanas formas.
XIII
El muro de la tarde -atardecido en nuestra tarde-,
apenas una línea blanca junto al campo
y junto al cielo.
Misteriosa cruz que sólo muestra
su brazo horizontal.
Unida, por la oscura raíz,
a la tierra misma de su origen confuso;
y al cielo de la fuga
por el canto y el ala:
la noche impasible del zamuro
y el camino de oro del canario
hacia el ocaso.
XIV
¡EI muro!
Cuánto siento y me pesa su silencio
-en mi tarde-
en la tarde del musgo
y la oración
y el regreso.
XV
Sólo sé que hay un muro,
bello en su calada soledad de cielo y tiempo:
y todo, junto a él, es un milagro.
XVI
Sólo temo en la tarde -en mi tarde- de oro
por el sol que agoniza; y por algo, que no es sol,
que también agoniza en mi conciencia,
desamparada a veces
¡y a veces confundida de sorpresas!
Sólo temo haber visto algo:
¡lo mismo!
el campo, el césped;
la misma rosa sensual que recuerda unos labios
y el mismo lirio exangüe
que vigila la muerte.
XVII
Y sólo siento frente a Dios y su Destino,
haber pasado alguna vez el muro
y su callada espesa sombra,
del lado allá del tiempo.
Juan Sánchez Peláez
(Altagracia de Orituco. 1922 / Caracas. 2003)
Elena y los elementos (1951, 2001), Animal de costumbre (1959), Filiación oscura (1966), Un día sea (1965, antología), Lo huidizo y lo permanente (1969), Rasgos comunes (1975), Por cuál causa o nostalgia (1981), Poesía, 1951-1981 (1984, 1993), Aire sobre el aire (1989), Obra poética (2003).
*
V
Blandiendo un puñal de vidrio entre las sienes
Pasean los soldados, los herreros, las razas de color, las mujeres melancólicas
Por los canales pardos del arcoíris, encallados a riberas de bruma
A la aventura celeste de los cinematógrafos, al pequeño
monumento de las aves estelares.
Un sueño los hace distintos a la realidad
Un murciélago desconocido los hizo visibles a la vida.
Y después, ¿te acuerdas?
Yo me acuerdo
Tu madre subyugada por tu padre.
Y después, ¿te acuerdas?
Yo me acuerdo
Todas las madres del mundo subyugadas por todos los padres del mundo.
Y después, ¿te acuerdas?
Yo me acuerdo
Todas las madres del mundo divorciadas de todos los padres del mundo.
Y el primer día le daban palmaditas a tu hombro
Y el segundo día le daban palmaditas a tu vientre
Y el tercer día le daban palmaditas a tu frente
Y el cuarto día no tenías hombro
Y el quinto día no tenías vientre
Y el sexto día no tenías frente
Sino enigmas inválidos,
enigmas a flor de piel.
Tú seguías mi ruta: El diluvio de mis besos
a la deriva de la vía láctea
El ala colérica de mi sangre
Una bandada de rojos insectos roedores de tiniebla.
Tú me decías: «Encima del cielo hay una
encrucijada de bosques feéricos
Encima de la nieve está el cadáver taciturno de mi lengua
Y la magia del mundo en los brazos abiertos del amor».
Barcas bélicas de mis pies vegetales
Con una campana sumergida estrella del vino
Nombres extraños, ríos
glaciares, vertientes impalpables
caballos de franela con dos dedos de frente
Que una mujer desnude su alma
Su cuerpo y su alma
Al borde de los astros parpadeantes
Que construya a golpes martirizantes de olvido
Un fantástico jardín con salamandras ebrias.
Nada es tuyo, nada puede socavar tu sed terrestre
Nada es mío, sino perforación de muerte, sino escombros
indispensables para que negligentes, olvidadas fuerzas
orgánicas canten su iluminada redención.
Pan de leche de la luna, oscuro temblor de los cereales
Precipicios de nubes que ahogaron mi rostro dormido entre las aguas
Declárame vacío en mi tregua, en mi locura
Declárame culpable.
El dedo perfumado del aire
Señala las orejas dementes del amor.
Cuando un navío silencioso corte en dos
el paisaje cruel de mis labios
Cuando se extingan mis vísceras
hallarán un grito perdido.
Las plumas perfumadas de un taciturno gavilán.
Un mundo hostil.
Un mundo desaparecido.
Encajes azules que flotaron a merced del lodo y la lluvia
Un insecto en la mesa de los burgueses
Animales palurdos que arrastran sombríos catafalcos
Enigmas inválidos
Enigmas a flor de piel
Recuerdos de estrellas estériles
Negros túneles de dicha distraída
Perros domesticados
Perros de lujo, melancólicos y melifluos
Sobrevivientes sordas y difuntas melodías suspirando un aire de tibia lavanda
Mientras mis sienes terrestres desconocen
Tu vestido de nácar
Donde no aparecen las llaves
Del Exterminio.
*
Yo me identifico, a menudo, con otra persona que no me revela su nombre ni sus facciones. Entre dicha persona y yo, ambos extrañamente rencorosos, reina la beatitud y la crueldad. Nos amamos y nos degollamos. Somos dolientes y pequeños. En nuestros lechos hay una iguana, una rosa mustia (para los días de lluvia) y gatos sonámbulos que antaño pasaron los tejados.
Nosotros, que no rebasamos las fronteras, nos quedamos en el umbral, en nuestras alcobas, siempre esperando un tiempo mejor.
El ojo perspicaz descubre en este semejante mi propia ignorancia, mi ausencia de rasgos frente a cualquier espejo.
Ahora camino, desnudo en el desierto. Camino en el desierto con las manos.
*
Yo voy por mi laúd, descalzo
El poeta se ausenta en el árbol de la mudez.
Recoge a la zaga, en confines, mis fetiches vacíos.
La ciega de amor en su cima no ve mis girasoles.
Miseria en mis viajes por tan exiguo equipaje.
El ímpetu, la evidencia abrupta de mi ausencia.
Por el náufrago ruega mi bella de brazos cruzados.
*
POEMA
El que sube y no halla un gran árbol de fuego, sino el hierro de la flor,
la helada flor en su secreto abismo.
¿de la piedra a la candela al chorro dulce que llama colibrí
qué vocablo me pone en azarosa coyuntura?
Escarbo y sepulto. La escritura de mis pormenores en el puño.
*
Si vuelvo a la mujer, y comienzo por el pezón que me trae
desde su valle profundo, y recupero así mi hogar en el
blanco desierto y en la fuente mágica.
Si alzando los brazos, corto la luna.
Si pregunto: ¿y nuestro amor?
Si ella y yo nos encontramos muy ufanos.
Si la mujer sensible se inclina de nuevo a la tierra, Estrella
cálida, azul y azur.
Si se detiene bajo la lluvia, inmóvil, más inmóvil que todos
los siglos reunidos en una cáscara vacía.
Si en la grey estamos de paso y vamos aprisa. si la
vida teje la trama ilusoria. si es difícil en las
condiciones en que trabajo, ser la compasión de nadie.
Sin fingir y sin apoyo en las varillas mágicas de la loba,
no olvidas comenzar por el pezón.
Si con el mismo ojo del precioso líquido que es la tarea
de las nubes.
Si son desenvueltas mis maneras me pesa el habla.
Si no nos pillan.
Si salgo en lugar de los pensamientos.
Si borro el brote difuso en mi desvelo.
Si hace frío, si la mañana es clara.
Si vuelvo a ti, si muero, si renazco en ti.
Sí, en el interior; es mi promesa. Si esta irisada raya,
relámpago súbito, oh Solo de sed.
*
Los viejos
No sé si los viejos viven lo inmediato
Sé que quieren huir
como borrachos
y que
agachados
o de pie
advienen distintos
y ocurren puntuales
a la gran cita
en un mar
a la orilla del mar
tampoco duermen
ni están solos
sin embargo
hállanse siempre
están siempre ahí
aguardan calmos
bebiendo leche de cabra
entre amplios
corredores
más arriba de los techos
en una aldea que
pertenece a la luna
o en un hotel de Liverpool
no hay sino instantes
no vengan a contradecirme
mis pensamientos
vanos
hay eso
que sobra
nos falta
y
zozobra
aquello que tú echas de menos
que arde
es joven
y es antiguo
pero
ninguna madre nos habla ya
sino
la puta madre muerte
que come
umbelas umbrales
cerezos rojos en el patio
cantarían los viejos
pero ellos ocupan un nombre extranjero
sin lugar en el mapa ni en la
geografía
por eso cuando me pesan y
degüellan
a causa del tiempo
también soy de otro rumbo
doy un paso al frente
pruebo el norte con mi nuca
y me asalta abajo
o en medio
del agua que mana sed
el espíritu en vela
de los viejos
que
descorren la enorme cortina
o
quieren trepar
la muralla
hipando rabiosos
guturales o naturales
los jalones sucesivos de una historia
verídica
real
que transcurrió
hablarían o cantarían entonces
si tuvieran timbre de voz
para hacernos humano el nombre.
Luis Alberto Crespo
(Carora. 1941)
Cosas (1968), Si el verano es dilatado (1968), Novenario (1973), Rayas de lagartija (1974), Costumbres de sequía (1977), Resolana (1980), Entreabierto (1984), Señoras de la distancia (1988, 1996), Mediodía o nunca (1989), Sentimentales (1990), Como una orilla. Antología poética (1968-1990) (1991), Más afuera (1993), Duro (1995), Solamente (1997), Lado (1999), Ninguno como la espina (2000), El país ausente (2004), Sé (2011).
*
Soy zaino cerrado
cuando me ensimismo
y me inclino ante lo que destruye
La raya blanca del alazán
en la cara
y me inclino ante lo que me destruye
La raya blanca del alazán
en la cara
cuando me anuncian infortunio
Soy cebruno con un zarpazo en el costado
cuando padezco de mí
en lo más mío de las doce
Soy ruciomoro viejo en el rictus
cuando mueres y la hierba sabe a más nunca
Soy castaño lucero
cuando oigo un grito en lo que digo
y el absoluto es una soga en la garganta
Soy bayo
cuando tiemblo si la tierra me toca
Y soy ruano
ruano pálido
asombrado por su espíritu que es la tórtola.
*
Once
Tórtola de más arriba
Tan próxima de lo que nadie dice
Pequeña palabra sin persona
Cerca
pero extinguida
Alta
pero mortal en la garganta
*
6
Oigo lo extendido
Está quieto
Todo ese viaje sin moverse
Nos despedíamos de lo que nunca vino
y yo le puse un nombre de alambrada
duro.
*
Yo soy de donde me callo
Yo soy de esta silla
sentado
Tengo las manos solas
Están lejos de este libro que leía
hablándome
Yo soy de donde termina
no con el fin
con la palabra
*
Una escritura por toda sombra
Un pájaro canta. Pero lo que se sucede es mudo.
Una rama tiembla, pero lo inmóvil es el rumor.
La tierra sigue afuera, pero la que piso queda lejos.
un cerro sube y otro desciende: vuela el zamuro.
El monte es por dentro como una puerta sin abrirse.
Irme me empequeñece en la despedida.
Debo ofrecer de mí la pena.
La espina agradece tanta semejanza.
De donde soy me devuelvo. Adonde iré me detengo.
Las curvas de San pablo ya no me quedan atrás sino en el destino.
Nunca se volvió siempre y siempre se hizo desierto.
Bebo agua del polvo. Me crié junto a un río que pasaba
y no se iba.
Crecí a mediodía. De tarde regresaba a nacer.
El mundo era así:
un país en las rayas de la mano,
las estrellas de Orión en la piel de la culebra,
la Edad Media en la oscuridad,
el ardimiento en la última luz de la ceniza.
Vivir fue desde el principio atravesar lo más enjuto en el cruce
y llegar, al fin, perdido.
Había un sabor a sed en la palabra cascajo.
Un sonido de hacha en el recuerdo.
Yo decía ortiga para darle lujo a la nostalgia.
Carora decía y todavía se mueve la mapora derribada en el aire.
En el patio cuido lo marchito que tanto propaga la ploma tijúa.
Las cabras se parecen a la calle San Juan.
Tienen el rostro de la familia.
La de la tuna en la mirada es Blanca Herrera.
El gemido de estar sola es de Lucrecia Oropeza.
Los hombres, como el padre, prefieren la aridez del lino,
el gris de la perdiz en el pañuelo, la noche en la lectura de Poe,
en el poema de Nerval y en la lechuza del cuarto tapiado.
La realidad era el espejo grande donde se vio muerta la madre,
por el que pasaban los que se llaman como dice el mármol
y se adoraban en lo invisible con una flor tostada.
más allá asoma una puya de la nada, un poco de ninguna cosa.
Durar en la tierra ha de ser pararse en la playa Pajarito
y saber quiénes somos es inclinarse sobre lo largo y lo nulo
o asomarse por la frente a lo puramente torcaza,
a lo elevadamente hondura.
Y un punto en todo: en la hora y en lo uno. Las doce. El aquí.
Y la sequía en la presencia y en la ausencia,
como cuando el sol sigue los sentidos.
Además ese no de la región al musgo, a lo húmedo,
ese entendimiento con el abandono y lo crispado.
La flor única es la de la vera y el curarí. En vez de savia la vida
sube a través del tallo y ofrece la lastimadura de la serranía.
Por eso se parece a un reino.
Cerca se alarga un sendero. Cerca, es decir, hace mucho.
No va, nos borra. No pisa, nos adentra.
Casa cerro nos sucede, no se alza.
Voy a la ventana: ando todavía por el sendero.
Estoy en el monte de yabos en la cafetería de la esquina.
Esta calle es aquel paso por el barranco, aquel encono.
Habito en la ciudad de una acera a otra por unas playas de humo.
Lo que trato de decir tiene la delgadez de donde provengo,
la arruga por las frases por las lomas.
Si quiero hablar de lo que me es lugar en mí,
la morada en la mirada y en la memoria,
he de tocar una luz cruda, un aire duro
sentir el cují, pensar la espina, rozar el ocre
o mirar por él.
Escribo para callarme. Para privarme.
lo que leo es la tierra a las doce de la página seca:
entre una y otra frase la intemperie insiste,
en la que se adivina, ilegible en el papel y en el pensamiento,
el balbuceo de una confidencia, el intento de gritar.
Una y otra vez, de un libro a otro, sin moverme de lo que escribo,
parado allí, en la mitad de la frase, en la mitad del día.
no importa el mundo al que yo vaya, si es verano o si es invierno,
si me cubro para entrarme en el abrigo
o si salgo de la camisa desnuda:
esté donde esté, aquí en Nueva York, en Europa bajo la nieve,
en el Páramo de piedras Blancas, a orillas del río Oirá,
en la tormenta negra de Kukenán;
por más que mire a Antofagasta o El Colorado, que sepa de Gobi,
de las arenas de Tuat, al norte de África,
en jepira o en Chimire, en el Cinaruco o en Macanao,
habrá la aridez de Pajarito y de Plumilla,
la grieta de los cerros de Saroche y de Turturia
en la misma palabra hirsuta,
el mismo nombre de llanura en el quemado,
lo igual caído, como en lo espinoso sobre lo hosco,
tan después del cuerpo, tan hundido,
menos desierto de manera, que comportamiento.
Solamente solo, es decir, en la lectura de lo que no logro escribir
y me encandila en el papel y en el espejismo,
donde comienza el espíritu.
En la resolana, en el sol de la sombra, en lo entreabierto,
entre lo que callo y lo que trago, como una orilla,
como ese alambre de lo escaso y lo carente,
más afuera, más irreal, a la sombra de la escritura,
o apenas oscuro en medio del resplandor,
el único matorral de la página y el paisaje.
Desde aquel día, cuando volví el rostro
a lo que quedó para siempre de espaldas,
las curvas de San Pablo por el valle y por lo hondo,
largando ese amarillo polvoso que tiene el desamparo,
mostrando el brote del pasado y la retama en la llovizna
y en la puya de algo.
A ratos, mi mano pasaba por la ladera en mi entrecejo,
por la hendija del precipicio en mi mueca,
por el sucio del sepia en mi lágrima.
¿Qué ofrecer de nosotros sino el desconsuelo?
salmodia la chuchuba.
¿Qué más lujo que la desolación?
repetía la flor amarilla.
Aquí es demasiado nadie para el yo,
decía alguien con un cuchillo entre las cabras.
Los loros pasaban anunciando lo irremediable.
Mi casa es ahora mi casa porque yo la nombro.
Y tú te pareces a lo que escribo porque has muerto.
Las curvas de la carretera enmudecieron,
de ellas quedaron dos o tres vocablos,
unas cuantas sílabas de sarmiento
y el adjetivo sañudo, que de tanto uso es ya rama de caudero.
Dime si te ves en lo que escribo,
si es sin después esto quieto y partido, que se sostiene apenas,
que se agarra al polvo que lo nombra,
o si todo sigue contrito y aterido cuando leas
y se atraviesa un borde, como una coma, una espina.
creo que al escribir lo que oigo ha de sobrar la punta de la vocal,
el tizne del acento y tenga entonces que devolverme más al fondo,
a la sequía sin nosotros, la sequía sin el ser, la sequedad,
a la que aspiro y en cuya búsqueda me tardo en vivir
sin estar para nadie en los ojos y en el latido.
Porque no sé, aun no o sé, cuándo soy mi libro,
cuándo me es escritura ese tiempo parado
con que pienso lo eterno,
qué he dicho que tenga semejanza con lo borrado
y con lo que se vuelve ilusión en el abrojo.
La luz ocupa lo que escribo. El olvido. En ambos es mediodía.
En punto, como la poesía.
La escritura es apenas la sombra.
Precaria intimidad en o ilimitado.
Escaso silencio en la abundante evidencia.
mirada oculta en el mirar despierto.
El ensimismamiento en lugar de la vivacidad.
La mudez por toda elocuencia.
una torcedura de horqueta, de quebrada,
un lado de cal,
el filo del temblor,
el comienzo de la berbería,
bastan para entrar a nuestra casa suelta.
El sentimiento del ocre
el lado oculto de la espina,
el mediodía o nunca,
una costumbre de sequía,
bastan para exponernos al fulgor y a lo sombrío.
Por conservar esta delgadez de lo real y lo perpetuo
escribo un libro único,
un círculo de imágenes de tierra estéril,
una sílaba negra con la que marco el suelo blanco de la página
y del valle de arcilla de allá adentro.
me escribo si el verano es dilatado, si digo hosquedad
y rayo la página, único matorral en el vacío.
La palabra es lo último en este confín. No habla, no dice:
ensombrece.
Protege de la distancia. Del silencio
que es arena en la sien, que es cieno seco en el habla.
No debo salir de ella: la luz desaparecía lo que pienso.
Me refugio en un nombre de escasas sílabas: Carora;
en una casa de nombre escueto: adiós.
Lo interminable es este papel sobre la mesa,
este yermo sin ni siquiera un punto final.
Y acaso esto que dejo la boca:
María Calcaño
(Maracaibo. 1906 / Caracas. 1955)
Alas fatales (1935), Canciones que oyeron mis últimas muñecas (1956), Entre la luna y los hombres (1960), La hermética maravillada (2008).
*
El hallazgo
Hoy me lo he hallado
en el camino
y cosas tan buenas me ha contado
que vengo embriagada
como un vino…
Cuando se es campesina
y se presenta el amor
no se puede decir nada.
Ya mi voz está menguada
por una garra divina
de temblor.
Y por nada diera
este hondo rubor
que me lame como una hoguera,
lengua de destino, brujería de amor.
Hoy me lo he hallado
en el camino:
me probó con gusto como a los frutos sanos,
y yo no hice otra cosa
que quedar temblorosa,
deshojada como una rosa
en sus manos.
*
Carne
Carne.
Difunde el aliento
De tu pecado más hermoso:
Tú eres como un como un jardín.
Vacíate
En el que quiebra
El tapiz de oro de tus vellos.
Dócil
Como las criaturas que esperan a Dios.
Prende
Como rosas desnudas
Las cien cabelleras desordenadas.
Carne…!Carne mía!,
Intensamente llama,
Intranquila, poseedora:
¡abre!
Tú eres como un jardín…
*
¡Tenerme, tenerme toda!
Tenerme
es algo más que este clima de noches blancas,
flotando en mi alegre vestidura.
Tener mis brazos cargados de leyendas
de cauces misteriosos, de islas
y de niños errantes que me piden el pecho.
Y tener todos mis momentos
los que elevados en gritos
hicieron de mi carne su tejido.
Y esta pincelada de lunas nuevas
que bajo los hombres
tiene el propio sabor de la vida
¡Tenerme, tenerme toda!
Aún para las dulces siegas
mi vientre está elevado…
¡Ay!, que soy solo esto:
tierra pegada a la tierra,
cielo que me circunda, y me huye, y me alumbra.
Escalerilla de niños
casa de azúcar…
ya no te gustaría otra mujer.
*
Había olvidado las muñecas
por venirme con él.
De puntillas,
conteniendo el aliento
me alejé de mis niñas de trapo
por no despertarlas…
Ya me iba a colgar de su brazo,
a cantar y bailar
y a sentirme ceñida con él:
como si a la vida
le nacieran ensueños!
Yo no llevaba corona,
pero iban mis manos colmadas
de bejucos floridos de campo,
de alegría, de amor, de fragancias.
Muchas noches pasaron encima
de aquella honda pureza sagrada.
Todo el cielo volcado en nosotros!
Había olvidado las muñecas.
Ahora él se ha ido.
Lo mismo.
Despacito, por no despertarme…
*
De lejos vine
Para verme con él.
Y ha pasado por mi lado
Sin notarme….
El sol se echaba sobre el mundo
Y nos alumbraba.
Con toda aquella luz,
¿Cómo no vio mi alegría?
Yo había venido con el viento.
Corriendo,
Sofocada,
La blusa abierta…
Fue cuando su mirada
Pasó sobre mi pecho.
¿Tantos siglos llevan encima
Las cosas conocidas?
De lejos vine
Para vernos.
Y él me miró
Sin verme.
¿Para quién entonces
He podido conservarme virgen?
*
Poema del destino fundamental
Es amor.
Es lo que no me deja morir.
¿Quién ve en mis grandes delirios
temibles celadas,
carne, desatinos?
Por mis muslos claros
la tierra cumple su destino.
Corre la delicia.
Se padece el gozo.
Y es como espejo
de agua deslumbrada sobre un altar antiguo,
este regazo mío
colmado de niños
en la pleamar del mundo.
¡Qué feliz soy
dentro de la alegría universal!
Envejeciendo junto a los árboles
me dispersaré
sin perder este júbilo.
Rafael Cadenas
(Barquisimeto. 1930)
Cantos iniciales (1946), Una isla (1958), Los cuadernos del destierro (1960, 2001), «Derrota» (1963), Falsas maniobras (1966), Intemperie (1977), Memorial (1977), Amante (1983), Dichos (1992), Gestiones (1992), Antología 1958-1993 (1996), Poemas selectos (2004), El taller de al lado (2005) y Sobre abierto (2012).
*
Derrota
Yo que no he tenido nunca un oficio
que ante todo competidor me he sentido débil
que perdí los mejores títulos para la vida
que apenas llego a un sitio ya quiero irme (creyendo que mudarme es una solución)
que he sido negado anticipadamente y escarnecido por los más aptos
que me arrimo a las paredes para no caer del todo
que soy objeto de risa para mí mismo
que creí que mi padre era eterno
que he sido humillado por profesores de literatura
que un día pregunté en qué podía ayudar y la respuesta fue una risotada
que no podré nunca formar un hogar, ni ser brillante, ni triunfar en la vida
que he sido abandonado por muchas personas porque casi no hablo
que tengo vergüenza por actos que no he cometido
que poco me ha faltado para echar a correr por la calle
que he perdido un centro que nunca tuve
que me he vuelto el hazmerreír de mucha gente por vivir en el limbo
que no encontraré nunca quién me soporte
que fui preterido en aras de personas más miserables que yo
que seguiré toda la vida así y que el año entrante seré muchas veces
más burlado en mi ridícula ambición
que estoy cansado de recibir consejos de otros más aletargados que yo
(“Ud. es muy quedado, avíspese despierte”)
que nunca podré viajar a la India
que he recibido favores sin dar nada a cambio
que ando por la ciudad de un lado a otro como una pluma
que me dejo llevar por los otros
que no tengo personalidad ni quiero tenerla
que todo el día tapo mi rebelión
que no me he ido a las guerrillas
que no he hecho nada por mi pueblo
que no soy de las FALN y me desespero por todas esas cosas y por otras
cuya enumeración sería interminable
que no puedo salir de mi prisión
que he sido dado de baja en todas partes por inútil
que en realidad no he podido casarme ni ir a París ni tener un día sereno
que me niego a reconocer los hechos
que siempre babeo sobre mi historia
que soy imbécil y más que imbécil de nacimiento
que perdí el hilo del discurso que se ejecutaba en mí y no he podido encontrarlo
que no lloro cuando siento deseos de hacerlo
que llego tarde a todo
que he sido arruinado por tantas marchas y contramarchas
que ansío la inmovilidad perfecta y la prisa impecable
que no soy lo que soy ni lo que no soy
que a pesar de todo tengo un orgullo satánico aunque a ciertas horas
haya sido humilde hasta igualarme a las piedras
que he vivido quince años en el mismo círculo
que me creí predestinado para algo fuera de lo común y nada he logrado
que nunca usaré corbata
que no encuentro mi cuerpo
que he percibido por relámpagos mi falsedad y no he podido derribarme,
barrer todo y crear de mi indolencia, mi flotación,
mi extravío una frescura nueva, y obstinadamente
me suicido al alcance de la mano
me levantaré del suelo más ridículo todavía para seguir burlándome de los otros
y de mí hasta el día del juicio final.
*
Ars poética
Que cada palabra lleve lo que dice.
Que sea como el temblor que la sostiene.
Que se mantenga como un latido.
No he de proferir adornada falsedad ni poner tinta dudosa ni
añadir brillos a lo que es.
Esto me obliga a oírme. Pero estamos aquí para decir verdad.
Seamos reales.
Quiero exactitudes aterradoras.
Tiemblo cuando creo que me falsifico. Debo llevar en peso mis
palabras. Me poseen tanto como yo a ellas.
Si no veo bien, dime tú, tú que me conoces, mi mentira, señálame
la impostura, restriégame la estafa. Te lo agradeceré, en serio.
Enloquezco por corresponderme.
Sé mi ojo, espérame en la noche y divísame, escrútame, sacúdeme.
*
Fracaso
Cuanto he tomado por victoria es sólo humo.
Fracaso, lenguaje del fondo, pista de otro espacio más exigente,
difícil de entreleer es tu letra.
Cuando ponías tu marca en mi frente, jamás pensé en el mensaje
que traías, más precioso que todos los triunfos.
Tu llameante rostro me ha perseguido y yo no supe que era para salvarme.
Por mi bien me has relegado a los rincones, me negaste fáciles
éxitos, me has quitado salidas.
Era a mí a quien querías defender no otorgándome brillo.
De puro amor por mí has manejado el vacío que tantas noches
me ha hecho hablar afiebrado a una ausente.
Por protegerme cediste el paso a otros, has hecho que una mujer
prefiera a alguien más resuelto, me desplazaste de oficios suicidas.
Tú siempre has venido al quite.
Sí, tu cuerpo llagado, escupido, odioso, me ha recibido en mi más
pura forma para entregarme a la nitidez del desierto.
Por locura te maldije, te he maltratado, blasfemé contra ti.
Tú no existes.
Has sido inventado por la delirante soberbia.
¡Cuánto te debo!
Me levantaste a un nuevo rango limpiándome con una esponja áspera, lanzándome a mi verdadero campo de batalla, cediéndome las armas que el triunfo abandona.
Me has conducido de la mano a la única agua que me refleja.
Por ti yo no conozco la angustia de representar un papel, mantenerme a la fuerza en un escalón, trepar con esfuerzos propios, reñir por jerarquías, inflarme hasta reventar.
Me has hecho humilde, silencioso y rebelde.
Yo no te canto por lo que eres, sino por lo que no me has dejado ser. Por no darme otra vida. Por haberme ceñido.
Me has brindado sólo desnudez.
Cierto que me enseñaste con dureza ¡y tú mismo traías el cauterio!, pero también me diste la alegría de no temerte.
Gracias por quitarme espesor a cambio de una letra gruesa.
Gracias a ti que me has privado de hinchazones.
Gracias por la riqueza a que me has obligado.
Gracias por construir con barro mi morada.
Gracias por apartarme.
Gracias
*
Fanáticos
El odio, el portero atroz, nos deja a la intemperie.
Las palabras las dice el odio, el odio los usa, el odio los maneja.
No tienen espacio. Nada cabe allí salvo ese amo incansable.
Sus uñas tenaces, sus ojos ausentes, sus bocas con altavoces obsesivos horadan la piel del mundo.
*
DESTRUYE
la retórica del amante
y hazlo venir a pie, desnudo, sin arrimo,
a tu recio descampado.
Que pruebe a sostenerse ahí,
que sienta tu frío,
que vele.
Vicente Gerbasi
(Canoabo. 1913 / Caracas, 1992)
Vigilia de un náufrago (1937), Bosque doliente (1940), Liras (1943), Poemas de la noche y de la tierra (1943), Mi padre, el inmigrante (1945), Tres nocturnos (1946), Poemas (1947), Los espacios cálidos (1952, 1992), Círculos de trueno (1953), Alegría del tiempo (1955, 1966), Tirano de sombra y fuego (1955), Antología poética (1956), Por arte de sol (1958, 1981), Olivos de eternidad (1961), Poesías (1963), Poemas (1965), Poesía de viajes (1968), Antología poética, 1943-1968 (1970), Retumba como un sótano del cielo (1970), Rememorando la batalla de Carabobo (1971), El tirano Aguirre (1978), Antología poética, 19845-1948 (1980), Edades perdidas (1981), Los colores ocultos (1985), Obra poética (1986), Antología poética (1987), Un día muy distante (1988), El solitario viento de las hojas (1989), Iniciación en la intemperie (1990), Antología poética (1991), Diamante fúnebre (1991), Los oriundos del paraíso (1994), La semejanza transfigurada (1996), Antología poética (2004).
*
Mi padre, el inmigrante
III
Relámpago extasiado entre dos noches,
pez que nada entre nubes vespertinas,
palpitación del brillo, memoria aprisionada,
tembloroso nenúfar sobre la oscura nada,
sueño frente a la sombra: eso somos.
Por el agua estancada va taciturno el día,
doblegando los juncos hacia barcas de olvido.
El alma silenciosa en las violetas tiembla.
¿No somos un secreto guardado por las horas?
Mirad cómo en el césped de la tarde
la mirada es un brillo de azahares,
cómo se esconde el ser
en el suspiro leve de las frondas.
Algo se cierra siempre en torno a nuestra frente.
El frío de las piedras corre por nuestra sangre.
Un susurrar de nardo desciende por los valles.
Y siempre el hombre solo, bajo el sol y los truenos,
perseguido por voces y látigos y dientes.
El hombre siempre solo, con su mirada, suya,
con sus recuerdos, suyos, y con sus manos, suyas.
El hombre interrogando a sus calladas sombras.
Escucha: yo te llamo desde mis soledades,
desde mis suspirantes comarcas de palmeras,
abiertas a los signos luminosos del cielo.
El viento se te enreda con nieblas siderales,
y te detiene al pie de negros abedules.
Venados de la luna van corriendo
por la antigua memoria,
y en tu silencio caen llamas del corazón.
VIII
Cuando tú venías, venías hacia la muerte,
porque así son nuestros pasos en los días:
hacia las montañas detenidas en los crepúsculos;
hacia las ciudades que esperan las noches con luto y alegría,
tostando el pan, preparando dramas en los aposentos,
derramando rojo vino en las penumbras;
hacia los puertos donde la barcas
dan descanso a los vagabundos;
hacia los pequeños caminos rojos,
donde nos duele el cuerpo del asno,
donde nos duelen los pies del mendigo,
donde nos duele el canto de la triste quinquina;
hacia nuestra futura vivienda,
con el susurro leve del naranjo
a cuya sombra estaremos en la mirada del hijo,
como en una hora del cielo,
del presentimiento y de la angustia.
Tú venías, y el mundo estaba debajo de tus pasos,
y debajo de tus noches, y debajo de tus soledades.
Sí, tu existencia había creado sus cielos huracanados
sus aguas tumultuosas, sus nubladas lejanías,
y las tempestades agitaban los mares de tu corazón
con truenos y estrellas caídas
en las oscuras soledades del alma,
con naufragios y voces de mujeres
perdidas en la extensión de las olas y los países.
Soñabas con fantasmales buques en la sombra,
esos que llevan banderas de luto
y viajan hacia los puertos de podridos aceites
y antiguos desperdicios.
Y la furia levantaba ondas en la oscuridad de tu muerte,
perseguida por brillos lunares,
como una oleaginosa superficie negra
con vuelos de lentas aves relucientes,
ahí donde los astros gotean sus azules licores,
en ese espacio del misterio devorador,
con islas iluminadas en nuestra soledad.
Tu juventud llamaba a las ciudades del mundo,
a los vientos que soplan contra viejas murallas,
a la gente que vive en las oscuras minas,
a marinos que yacen bajo cruces del mar.
Tú, el viajero, el insomne, el descontento
el que levantaba las manos hacia los relámpagos,
el que veía pasar las bahías
como la orilla serena y brumosa de la tristeza.
Sabías soportar las lejanías, siempre tan del corazón.
Sabías llegar.
Y eras ahí el anónimo, el oscuro, el devorado,
tendido en la noches calientes,
como los sacos, como los barriles,
a orilla de los grandes navíos.
Un campesino te daba una copa de aguardiente.
Y aún era la noche oscura como un tambor,
salvaje como las patas, las uñas y los dientes del tigre.
La noche, la noche llena de rumores de tamarindos,
los cocoteros movidos por una brisa
que te devolvía a otro tiempo,
al tiempo de tu aldea con campanas,
de tus mares del verano
con barracas cerca del amanecer.
Tú estabas dormido bajo las estrellas de otro mundo.
Padre mío, padre de mi universal angustia.
Y de mi poesía.
*
TE AMO, INFANCIA
Te amo, infancia, te amo,
porque aún me guardas un césped con cabras,
tardes con cielos de cometas
y racimos de frutos en los pasados ramajes.
Te amo, infancia, te amo
porque me regalas la lluvia
que hace crecer los riachuelos de mi aldea,
porque le diste a mis ojos un arcoiris sobre las colinas.
¿Aún existen los naranjos
que plantó mi padre en el patio de la casa,
el horno donde mi madre hacía el pan
y doradas roscas con azúcar y canela?
¿Recuerdas nuestro perro que jugando
me mordía las piernas y las manos?
Nacían puntos de sangre, un pequeño dolor,
pero todo pasaba pronto con el sabor de las guayabas,
Te amo, infancia, te amo
porque eras pobre como un juguete campesino,
porque traías los Reyes Magos por la ventana.
Un día llevaste a la puerta de mi casa
un hombre de barba que hacía bailar un oso a golpes de tambor,
y otro día le dijiste a mi padre que me regalara un asno negro.
¿Recuerdas que tú y yo lo bañábamos en el río?
¿Recuerdas que había una penumbra de bambú y helecho?
Te amo, infancia, te amo
porque me ponías triste cuando estaba enfermo,
cuando mi madre me hablaba de su tierra lejana.
¿Recuerdas? Una vez me mostraste un eclipse a las diez de
la mañana
y las aves volvieron a dormir.
¿Existe aún aquel niño sin parientes
que un día bajó de la montaña
y me pidió el pan que yo comía en la plaza de la aldea?
Te amo, infancia, te amo
porque me regalaste mi aldea con su torre,
y sus días de fiesta con toros y jinetes y cintas
y globos de papel y guitarras campesinas
que encendían las primeras estrellas más allá de los árboles.
Te amo, infancia, te amo
porque te recuerdo a cada instante,
en el comienzo del día y en la caída de la noche,
en el sabor del pan,
en el juego de mis hijos,
en las horas duras de mis pasos,
en la lejanía de mi madre
que está hecha a tu imagen y semejanza
en la proximidad de mis huesos.
Contemporáneos
Alfredo Chacón
(San Fernando de Apure. 1937)
Saloma (1961), Materia bruta (1969), Principio continuo (1982), Actos personales (1986), Acta del presagio (1986), Decir como es deseado (1990), Palabras asaltantes (1992), Por decir así (2003), Y todo lo demás (2005).
*
Persecutorias
Me han frecuentado imágenes persecutorias y a su modo reveladoras de no sé exactamente cuál asunto que he debido aclarar desde hace mucho. Primero fue un conjunto de visión cerebral que en el poquísimo tiempo de su duración movía sus partes con suma lentitud y estaba hecho de torero, muleta o capa y toro en plena embestida. Luego, esta escena fugaz de accidente de tránsito: yo o un cuerpo humano cuyo destino inmediato me preocupaba agudamente, aparecía a punto de ser atropellado o ya zarandeado y casi detenido en el aire. Además, desde que tengo a mi hija, un doloroso temor al piso alto donde estamos, al vértigo que con virtuosismo me improviso, a la fatídica distancia por la que mi niña podría caer o está cayendo o ya cayó.
*
LLAMADO
Ven mujer
vámonos
hacia nosotros.
LLAMADO 2
Vuelve a ser
tu ausencia repentina.
Decídete a empezar
por mí
donde nunca te busco
y siempre estoy.
LLAMADO 3
Lancemos al camino
sólo presentido
el paso que pueda conducirnos
hasta el principio del camino
hacia la andanza
presentida.
*
Es sólo eso,
pero
eso
es todo.
*
Quiero hablarte, palabra,
ser tu voz
y que tú seas la palabra de mi voz.
Te convido a decir
seguro de que dices
pero no conmigo
sabiendo que yo digo
pero no contigo.
Te convido a decirnos.
*
La voz de un poeta
se escucha en la espesura
de todos los poemas
y se llama dicción.
La prueba de la existencia de un poeta
se encuentra
en la invención que hace su voz
de la palabra.
Como la voz de un poeta
no se puede escuchar
sino en una palabra
inventada por el silencio de esa voz,
tengo la prueba
de la existencia de un poeta
de la invención que él y yo hacemos
del poema
en la espesura de su voz.
*
Palabra instigadora
del rumor de mis límites,
carnada echada en cualquier parte
de mi mar sin fondo,
llegar a ti
por el trasluz de este pensar
en el que escribo,
es lo más que presumo.
Seguir contigo sería demasiado.
Ni tú ni yo
somos capaces
de soportar tanto apremio.
*
NADA MÍO
De pronto
yo en mí
al descampado y sólo en mí.
Desatado
conmigo
sin nada mío
sin distancia con nadie.
*
ESCUCHA Y SIÉNTEME
Deja que el canto que te hablo
borre su trazo y se desmaye
Persuádeme con tiempo para huir
del alborozo mortecino en que persistes
No transijas Convénceme de ti
De todos modos
pues que nada es lo mismo
acude junto a mí y déjame contigo
en el lugar donde acabas de oír
esta tonada.
*
sendero que se bifurca
labios lengua para lamer
jardines en la pierna qué ofrecimiento el de los senderos
quiero el círculo violáceo del pezón
pero es dos veces
bifurca la sed de mi saliva.
*
Nítida, tórrido
Nítida corriente tórrida, tórrido y nítido el afluente que se asoma, empuja, entra en la llanura roturada. llegado al punto de volver a partir y del viento ácido, con su lento huracán lastima la pústula terráquea más visible, el cráter inmediato, el camposanto. Se convierte en su propia cábala geológica.
*
7
Aquí
Adentro Ahí donde no se sabe
dónde es
dónde se encuentra dónde queda
cómo se llegó
Ahí es lo que llena Aquí es lo que se llena
Llenura de vapor de agua
oscuro al rozarla con sus límites
de rebote
hacia adentro
Extasiada
en los recodos que no ha tocado
agobiada
por su propio peso vacilante
henchida
de sí misma
desbordada
de impulsos de materia disuelta
de presencia hueca y hacinada adentro.
Carlos Ildemar Pérez
(Maracaibo. 1964)
Los heredarios (1988), Estrictis de la muchacha más cercana (1991, 2012), Flores para cuando María Calcaño regrese (1992), Sermones para vivir aquí (1993), Papá civil (1993), Olas para niños navegantes (2000), ¡A que no me come el gato! (2000), Tráglaba jetoria (2004); El señor Homo Sapiens se hace a la vida de poeta (2005), La mano de obra. Poetología autocrítica del proceso creador (2007), Chiquirriticos musicantes (2009), Provinciano Cosmico (2011).
*
SEÑA DE LOS USOS
Sin perder el modo de cada extremo
Va por día en su último
Digan lo que quieran en parte o en persona
Del grano al infortunio
Para marcar el peso y la joroba
De vivir ya no se existe
El ombligo y su desencanto
De esa tierra como la lleva
En las comisuras
Otra muerte más para este muerto
A brincar sobre lo inmediato
Se alza según el ritual de las flores
A éstas las pateamos alegremente
Con el dolor debido
Cantamos algunas alabanzas
Que aún no sabíamos cantar
Medimos a todos con la hoja de la puerta
En cada despedida
Trabajamos a dios ciertamente
Y Hubo la inocencia completa
*
DOÑA ÁNGELA ELENA HERNÁNDEZ DE PÉREZ
“Lo más mejor
El patio
Eso que está ahí
Pa vos aunque no esté
Donde el alma muchacho
Te se cayó”
*
TABÚES HABITABLES
El asunto es de pura animalidad
somos tú y yo y la poética.
Victor Valera Mora
Está un poeta viviendo en tu casa
a la cocina nunca le ha vuelto
a funcionar el horno
Tienes y tenéis
un poeta durmiendo en la casa
los bombillos del jardín están
quemados desde el neolítico
Hallase un poeta vagando
impune rupestre en la casa
la grama se pudrió por el agua
de la manguera que ese mencionado señor
debió cerrar años ha
Existe uno en la casa como yo
los enseres y seres del lugar
están por desaparecer
abandonadísimos
la fiebre mundana de las pequeñas
y miserables deudas que te llegan al cuello
Tótem
guirnalda y cornucopia en más
de un tomo de declaraciones
soy precisamente en la extensión
de tus pasos
orate y gran llorón desnudo en la penumbra
erizado o energúmeno por verte
versificada en tomo de palomas góticas
que llevan misivas en sus picotazos de orfebre
escribo para ganarme
el idioma de tu saliva
para dormir bajo tu peso de hembra
¿aún no lo veis?
Absoluto estoy
aquí a plenitud
gota a gota como la urgencia
del corazón en trasnocho que empuja
al pie de la letra su daga impuesta
y te idolatro con todo
el verso alborotado de mis verbos
En la luz indispensable
corporal que eres
acecho implacable al estilo
de una guerra avisada
¿cuándo empezarás de una vez a soñar
qué hacer
con tanto yo encima?
Me tenéis enconchado en tu casa
peor que una palabra malasangre
a viva voz e impune
y que no sé por cuál esperanza
resignación aberración etcétera
sigues sin destronar de tus afluentes
*
diolkis franos
CIRTERE apesla
ñamla tuisme
miacla ulmerce
felsan acekes
lejan caryen
resco guirta
kasdin charsa
pierbas rabasci
jerdace nuersos
lurios firruntas
nasmia suste
dulabris ulsas
resla darcios
toican klicar
larofan tancios
niskerátiles
*
Aunque vinimos en romería
Desde todas las distancias
Al Palacio porque habíamos triunfado
Ni se le pudo ver
El recién elegido y comitiva
Están ocupadísimos
Bailando en el salón de los espejos
Con sus acicaladas esposas
Nos pusieron del tamaño del empujón
Ya estábamos de alas chocando
Contra las copas de todo
Regresamos a nuestras regiones
A saber que al levantar el rostro
El sol seguirá siendo
Rumor de pan salado
En nuestra sed
Aprenderemos a ocurrir
Mucho más alto que el cielo
A leer las intenciones en el aire
Se acumulará el regocijo pleno
Del nomeolvides después
Seremos
La última palabra
*
F
Miren a este señor honorífico
Sus intenciones están por encima del sol
Protegido en su flux
Visita el barrio
Su dedo gordo rojo
Nos toca el corazón
y con un como de palo de polo la lengua
En el blanco formato del IVSS
Escribe
El sabio dictamen de nuestra pobreza
F.1
En alguna de estas puertas
Debe ser
Buenos días
¿Está el doctor?
¿En la otra puerta?
Gracias
Ya duele de girar la muñeca
Haría falta usar
Nuestra ascendencia y descendencia
Y la de otros también
En descubrir al señor honorífico
Sus rayos equis
¿En la otra?
Gracias
F.2
Por encima del sol junto a su maletín
Viene caminando el señor honorífico
Se acomoda los lentes
Respira resignación
Empieza a saltar
Lo salpica el barro
Que lleva a nuestras casas
F.3
El señor honorífico
Se da aires
Con el flux y la manía de bueno
Al doctor José Gregorio Hernández
La única diferencia
Es que no se para con las manos a la espalda
Las cruza en el pecho
Como algunas veces
El indio Guaicaipuro
F.4
En el papel del IVSS
Las indicaciones salvavidas
Están por encima del sol y de nosotros
A pesar de todo
Se hace familia
Prende la cocina
Tapa los huecos de las paredes
Entonces afuera duermen
Las cucarachas y el viento
Su mayor favor se improvisa
Al limpiar la pequeña
y redonda grosería
Que se oculta
Entre nalgas
*
FABULA Y MARIA
Fuiste marcando la arena
Con huellas de alga
Para que alguien te buscara en el amor
Rápido te embrujó el inesperado ruido
De cascabeles de la ola
Escuchaste platillos confundidos
Con el silencio del mar
Estaba pendiente
Extasiado
Músico de tu presencia mojada
El semidios
El fauno rostro de coral
Que había salido del fondo
Completa
Te Besaba
*
Irá desnuda a mirar frutas al mercado
Comentario escrito en la boca del barrio
Era cierto la más cercana
Sentada meciéndose en el columpio
Arrullando la muñeca de trapo
Aunque para el barrio sea nada más que embuste
La muchacha con el vestido y las sandalias romanas
Pasando tarantines y guacales
El desnudo se guardaba dentro de nosotros
Si salía
Era para ponerse cielo de nuestra parte
Cielo en la tristura
*
VIII
No sabemos pero las paredes
Tienen sus palabras
Hacemos sólo con colocar
La oreja y desciframos
Sus murmullos
Sus comentarios
A esto se debe que abuela
Nos haya tenido que mudar de pieza
Pues una vez escuchó clarito
Que la pared decía que el día menos
Pensado se tiraría encima de nosotros
Para que la dejásemos de miar
Eleonora Requena
(Caracas. 1968)
Sed (1998); Mandados (2000); Es de día (2004).
*
Para contar es necesario llevar alguna prisa
hay que deshacerse de palabras,
dejar atrás anécdotas fallidas o tragarse algún paisaje
desprovisto de afectos o interés malsano,
va ligero el automóvil deslizándose bajo tu mando,
por avenidas llenas y luces intermitentes,
vienes porque aún rotan en tus pensamientos
la cara risueña de un amigo,
la sorpresa por los imprevistos o mejor,
la certeza de que en realidad nada controlas,
eres un ejecutante más del libre asueto de los cuerpos
dejándose al gobierno de lo fortuito:
el saludo a destajo, el afectuoso o el inesperado,
la mirada que esquivaste en la reunión,
tu obsesiva revisión de los asuntos crasos,
el bocado muy salado que pasaste con un trago de agua,
de noche el rostro de las calles no es sereno,
vas entonces, aceleras para abrir un nuevo episodio,
porque haciéndote fragmentos del conjunto puedes
reposar afanes o prepararte para lo que venga,
así sepas que llegar no llega,
que cuando abras por fin la puerta de tu dormitorio,
la cama te invitará a seguirte recorriendo,
esta vez hacia adentro y entrarás en los caldos
de lo que quisieras olvidar y no puedes,
pero para que esto ocurra debes llegar antes
y por los momentos este atasco en la vía te lo impide,
no pienses que contar o hacer el plan de un cuento
evitará el fraude de saberte en marcha
creyendo que al fin has llegado.
*
el poema que me guardo
es una almendra masticada,
la santa inquisición de un beso,
una factura sin pagar, ese codazo,
yo me guardo en la muduz de esta mañana,
lo que sigue es cuerpo y vísceras tronando,
bruscos anatemas y jadeos,
la calina adentro que recala,
cuándo añoro el delineado firme,
no este parpadeo,
sondéame una voz serena, aguda,
escanciadora,
lábrame una luz que me traicione
*
la sujeción
es una gata
ciega que medrosa,
a cuatro patas,
tras el acicate leve
de la daga
pide al obediente
átame
*
dime dónde asirme,
abro un hueco en la pared
para decirte cávame,
con los merodeos la boca te replico
pliégame,
hundeme en tu voz de araña
*
Mandado
Se me dijo bébete la risa drágate serena en tu butaca sin levantar la voz arrúllate
mora como un vaso que recibe deja abierta esa puerta ella es calladita no te palpes
mójate en el agua tibia sin vacilación no te demores sal de ahí canta cúbrete
la piel mojada y siempre asiente
casi obedecí pues vivo
*
No puede inmiscuirse un verso saludable en esta tarde tironeada por el tedio
imposible convocar a pajarillos cobijarse en la cornisa un hombre tambaleante escupió
toda su molicie en mi zapato deben ser las seis reverbera aturde tanto atisbo
mejor será colarse en un café
y en paz sorberse
Lydda Franco Farías
(San Luis. 1943 / Maracaibo. 2004)
Poemas circunstanciales (1965), Las armas blancas (1969), Edad de los grandes ataúdes (1977), Sumarius (1985), Recordar a los dormidos (1994), Descalabros en obertura / Mientras ejercito mi coartada (1994), Bolero a media luz. A/leve. Estantes y Aracné (1994), Una (1998), Aracné (1998), Estantes (1999), Antología poética (2002, 2005).
*
mi primer hecho de sangre
aconteció a la edad de 13 años
el odio abrió sus abanicos
puso en acción su maquinaria
cancerberos me vigilaron los sueños
se dieron a la tarea infame de tapiar
las primicias de mi cuerpo
(cuerpo del delito
prueba contundente del pecado a expiar
ab ovo in aeternum
guachimanes con ojos de argos y armados hasta los dientes
se encargaron de la custodia
de resguardar el buen nombre
el honor de la familia
la infra y la supra
el andamiaje de la moralidad
la ley y el orden
la paz ciudadana
conmigo fue creciendo el expediente amañado
de mis presuntas lacras
el desprecio del condenado a muerte ante jueces y verdugos
me erigí abogado de mi propia causa
sacrílega escupí en los templos
en los lugares sagrados y consagrados
por la beatería oficial
convertí en añicos sus ídolos baratos de fabricación casera
tallados a mano por imbéciles y desequilibrados mentales
para uso de supersticiosos y aprovechados
hice caso omiso a prédicas de sacristía
me burlé de sus tribunales del santo oficio
me oriné de risa ante la pétrea majestad de la justicia
para devolver los golpes
me armé doncella contra todos los poderes y sus sabuesos
zona de desastre
calamidad pública
he de permanecer hasta llegada la hora
de rendir cuentas
*
a esta hora
serás la muchacha ejemplar y enamorada
a quien engañan y maltratan
todos los hijos de puta de la tierra
lo cual no tiene la menor importancia
ellos siempre regresan
compungidos
a tus faldas
solícitos
con la cara lavada
con la excusa de siempre
con la eterna cantata
yo te perdono
yo te prometo
yo te lo juro
mi ego te besa
al final de la escena
hasta el perro es feliz
*
Para ti soy tal vez una huera mujer con el cabello levemente despeinado
digna de un cuadro renacentista o de un ardiente cumplido
o de un piropo (dicho como el azar/con rebuscada elegancia)
de sobra sabes que me avergüenzo de ese otro ser que me esquilma
y me avasalla de repetir hasta borrarme el gesto heredado de pálidas enhiestas amas de casa remotísimas
pero ciertamente hay un rótulo en la sangre
una danza del vientre una marca rotunda
ten en cuenta muchacho de las cavernas
que he ido ganando el derecho a perder de igual a igual el paraíso
la paciencia a compartir la cama
el santo y seña
el mundo fifty fifty o no hay trato
vete acostumbrando hombre voraz
mujer no es sólo receptáculo flor que se arranca y herida va a doblarse en el florero
al fondo de la repisa entre santos y candelabros y trastos de cocina
una mujer es una mujer más sus uñas y sus dientes
lo siento caballero de la brillante armadura
aquella doncella rompió el molde: creció
*
las abuelitas no son como los lobos
ellas usan prótesis dental
son ventrudas y coléricas
dan grima sus orejas
sus aullidos abren surcos
regentan nuestra infancia
da miedo tener sueño
es un peligro dormirse
ellas las abuelas
avanzan en la noche
masticando un niño húmedo
una caperucita feroz
un tierno lobo rojo
*
Me encontrarán tendida a ras de luna
o flotando lluvia abajo
en la resaca del último cigarro
en el silencio que vibra emparamado
desde donde pronuncio mi postrer discurso
exhortando a los curiosos a que desvíen la atención
hacia otra parte
por ejemplo a ciertas virtudes
que no tuve tiempo de probar
quizás porque no logré lo que quise
un cómodo sofá
un mundo que no cambió
que apenas si empezaba a pestañar
ahora que purgo mi orfandad
que los párpados pesan asidos al desamparo
ya voy tierra
ya voy cenizas
ya voy olvido
circulen buenas gentes
aquí no ha pasado nada
regresen a sus oficios
a la sobrecogedora normalidad
*
Desconfía hija de esos muchachos
que te leen poemas de dudosa factura
tú que diferencias la verdadera poesía
diferénciales y conócelos a ellos
son falsos prestidigitadores
sopla sobre los castillos de arena de sus discursos
tú que crees que el sexo es regocijo
y que como el espíritu necesita ventilarse
desconfía de esos muchachos
que intercambian novias
para ellos las novias consisten
en esa economía de mercado basada
en el trueque de objetos para el uso y el abuso
ni siquiera son n e o l i b e r a l e s esos muchachos
son neolíticos y cerrados como las bóvedas de un banco
desconfía de esos muchachos
quebradizos comoláminas de anime
que odian al prójimo
(especialmente si el prójimo es una muchacha)
no te enamores más nunca hija
de esos errátiles
y radicales
muchachos enmascarados.
*
Mientras dormía me crecieron alas
al principio ni yo misma lo creí
hice cálculos sobra las ventajas y desventajas
de este suceso inesperado decidí ensayar un vuelo corto
tropecé contra los vidrios de las ventanas no me di por vencida
llegue a libélula
fui uno que otro pájaro
ave de rapiña
mi ambición no tuvo fronteras
fui escavando jerarquías hasta agotarlas todas
ahora soy un ángel
y me aburro
Miguel James
(Puerto España. 1953)
Mi novia Ítala come flores (1988), Albanela, Tuttifruti, Blanca y las otras (1990), La casa de caramelo de la bruja (1993), Nena, quiero ser tu hombres, y otras confesiones (1996), Tiziana amor mio (1999), A las diosas del mar (1999), Para ella es mi canción (2000), Oda a Naomí (2001), Kentakes (2003).
*
ESTOS SON LOS TITULARES
El Papa promete no molestar más a los cristianos
Boy George Presidente de Rusia
Jefes De Estado reunidos En Washington acuerdan leer El Principito
Científico hindú fabrica bomba sólo lanza perfumes
Piether Botha propone matrimonio a Winnie Mandela
Expedición sioux descubre continente europeo
Fidel Castro cantante de rock
Lluvia de peces en etiopía
Judíos Y palestinos fundan nación en Australia
Yoko Ono crea premio John Lennon de poesía
Fueron abolidos los psiquiátricos
Buda hablará esta noche al mundo por TV
Miguel James Rey De Las Flores
Es Primavera.
*
MI NOVIA TUTTIFRUTTI
Cuando yo le digo
Mi amor entero es de mi novia Pototitos
Mi novia Tuttifrutti cierra los ojos y se pone a llorar.
*
LA ABUELA PUNK Y EL POETA CONOCIDO EN SU CASA
Ella empezó regalándome lindas camisas
Brindando ron y cigarrillos
Haciendo el amor en cuartos con incienso
Ella hablaba de una herencia que algún día llegaría
Pasearíamos por Austria
dormiríamos a orillas del Sena.
Iríamos a Inglaterra
Ella cantaba hermosas canciones
Yo pensaba tal vez ella sea mi Edith Piaf
Quizás yo su Sarapo
Ella era abuela
Yo un poeta conocido en mi casa
Estás loco Miguel, me dijo mi psiquiatra
Te buscas una mujer de la edad y con el mismo nombre de tu madre
Ya saben
Eso es Edipo, Yocasta y compañía
Mamá también me advirtió
Yo no le hice caso a nadie
Yo nunca le hago caso a nadie
Ella era pequeña con la cabellera punk y roja
Saciada de amor parecía italiana
Pero había nacido en París
Y es criolla
ya van dos años que la conozco
Y fuera de una noche en un burdel
No me he ocupado de buscar otra compañera
Porque las artes del amor conoce la Doña
Ella, sin embargo
Se ha acostado con Roger
con Manuel
con un viajero mexicano
con un santero portoriqueño
con Rubén
con un karateca enloquecido
y no sigo contando
Yo fui a ver Relaciones Peligrosas
y decidí cortar la mía
además la herencia nunca llega
y ahora ella me vende perfumes franceses adulterados.
(con descuento, claro está)
Yo le imaginé un final infeliz a este poema
llamé a la abuela punk y le leí lo escrito
Ella se sintió alegre y dibujada
Al otro día nos vimos
Decidimos vivir el fin, no imaginar nada
Prometimos seguir queriéndonos
Consultamos el I Ching
Escuchamos rock de Argentina
Ella me describió el tipo de chica que debía buscarme
menuda como ella, con la cabellera más larga y negra
Uñas cortas
Comprensiva con mis borracheras
Esa eres tú, le he dicho, más joven y menos bandida
Y le dí un beso.
Y le he pintado esta florecita:
(imagen)
A la abuela más punk del mundo de su poeta rasta y amoroso.
*
MI NOVIA ÍTALA COME FLORES
Mi novia apareció temblando en una librería
me mostró papeles de calles solas y putas tasajeadas
me regaló dijes piedras y conchas marinas
un grabado antiguo de caballos desatados
Mi novia venía del sol y parecía gitana
Contó historias extrañas de almas parecidas
Mi novia tenía un vestido azul
se enamoró de mí y mis sandalias
Mi novia leía a Boris Vian
se baño sangrando y me dio un cuerpo que no olía a nada
Yo me enamoré de mi novia
Trencé mis pelos y la llevé al cine
mi novia tenía un hijo rubio y feo
habitaríamos la ciudad de niebla o más allá de los mares.
Mi novia se hizo mi novia
mi novia pashira y ficus colonia de hierbas injerto de palomas come flores
Yo amaba a mi novia
Mi novia sin dinero vendía aretes en los mercados
Me llevaba mandarinas a la celda de castigo
se mostraba desnuda ante viejos aburridos
Yo era mi novia
Adoraba a Fabio y tenía un balcón de donde echarse
Y es que mi novia triste parecía una Maga desolada
Mi novia era una estrella
Sin mi novia yo hubiera muerto
Mi novia un día dijo que andábamos como heridas abiertas bajo el cielo
Qué tomaría otra vez los libros del laboratorio
que ya no dormiría en el lecho del puente
Yo no le hice caso a mi novia
Dejé que combinara rock de Pelusa y textos de biología
las puntuales visitas de Víctor y los hábitos de cocina
Los golpes certeros de Johnny
Y es que mi novia ya no quería comer flores.
Entonces pensé en darle su merecido
La llevaría a la cumbre de la montaña
La bañaría en el arroyo del camino
Luego desde arriba la bombardearía con pétalos de buganvillas
La rociaría con perfumes franceses
Y sabiéndola extasiada la cubriría con caca de infante
Para que no dejara de ser mi novia
Para que no desesperara de comer flores
y es que a veces no dan ganas de ser novio de mi novia
a veces no dan ganas de ser novio de nadie
Pero ayer vi a mi novia
Tenía los zapatos rotos y me regaló una perla de vidrio
miramos un vestido raro que costaba y que doscientas cajas de cigarros
hablamos de rutas de banquetes con pan y mermelada
porque de verdad uno se cansa de comer flores
pero yo le dije a mi novia que seríamos siempre comeflores
y yo entendí a mi novia
y mi novia me entendió a mí
Pero a veces me preocupo por mi novia
porque mi novia rabiosa es capaz de guindar al niño y apalearlo como piñata
abalearía a la mamá en un día santo
Volaría con sodio el laboratorio
porque mi novia es una fiera
Es un erizo es una estrella
y yo amo a mi novia
y sé que aparecerá cantando en la avenida
gritará absurdos que sólo yo comprendo
Me pondrá un cuchillo en el ombligo
Dirá: Chamo bájate los pantalones
Porque mi novia es mi novia
porque yo conozco a mi novia
Mi novia eterna mi novia Ítala
Mi novia loca
Mata de ganja
Sol
Y primavera
William Osuna
(Caracas, 1948)
Estos 81 (1978), Mas si yo fuera un poeta, un buen poeta (1978), Antología de la mala calle (1990, 1994, 2002); San José Blues + Epopeya del Guaire y otros poemas (2003).
*
Casa
Mi casa volaba de un sitio a otro y era su brillo
en la noche del barrio como piel de uva.
Entre las telarañas de un país, sobre los días que abarca
mi memoria, andaba mi casa errante por los ecos de unas piedras.
Mi casa no fue a la escuela, pero sabía más que el edificio del banco central.
jamás le falté el respeto, nunca le tiré piedra, ni pinté
gatos en la puerta, tampoco le dije que se fuera.
Ella y yo andamos por los bares de la ciudad, discutiendo,
huyendo de la policía y de este siglo xx
corriendo en oscuras autopistas para atrapar las últimas luces de la noche.
Yo era amigo de mi casa, Lucky no, Lucky se orinaba
en sus rincones, meneaba la cola, ladraba todo
el tiempo. Si le hubiese hecho algo semejante,
de seguro se me habría marchado a una de esas
guerras de cosacos, donde se combate a caballo
en grandes carros, sobre rojas estepas.
Y qué sería de mí si después de esa guerra la veo
regresar por la cuadra de abajo con unas paredes
menos y las ventanas rotas, guindada a unas
bolas de acero en el hospital de veteranos, con
la cabeza vendada y dos cuartos enyesados.
Es cosa triste lo que he imaginado.
Si fuera cierto me pondría a llorar como esos niños
que se extravían en los cuentos y se visten de
verde y calzan botas con hebillas. Es cosa triste:
Me iría a Europa a corromper los grandes palacios. Allí
dormiría como un manojo de cabellos en la garganta
de los grandes cetáceos.
Mi papá sabía de estos asuntos, él me dijo:
Una casa no es papel notariado, ni un techo
de techa para que lo cubran las nubes, una casa
somos nosotros.
En el interior las casas se parecen a las mías sólo
que allí los fantasmas no tienen cuarto propio,
les da lo mismo dormir en el gallinero que en
el sitio donde se guardan los clavos.
Mi casa s un cuento que vuela. Una lámpara de
aceite que alumbra la estaca de una país que agoniza.
Casa de mil novecientos, reja blanca donde me subo
como Juan de la Cruz por el monte Carmelo.
Ni el terremoto del 67 ni las crecidas del Guaire
te pudieron llevar.
*
Declaración de amor
A pesar de las 16.000 vírgenes
Que no tuve
De no ser jefe de mi pandilla
De rasparme los codos
En el espinero de los vasallos
Del Palacio
De ser dueño de mis dudas
De arrojarme a la calle y salir incólume
Sobre un barril de basura
De no meterle candela a una bndera
Desastrosa
De complicarme la vida
Como un luchador de cachascascán
Que es rudo y pierde la estelar
De no acertar con sus profecías
Siendo cómplice de torpes versos
De no escribir a los 18 años
Une Saison en Enfer
Ya que en la nueva estación
Las nieves del tiempo platearán mis sienes
Aquí me quedo
En el eco de este duro y ofendido país.
*
El rumor
Amenazas a tu mujer
y a tus hijos
con colgarte de una cabilla,
si el rumor que oyes en la plaza
y en el sauna
es cierto. Remedo del viejo sabio
que no eres
hablas con los tuyos
filosofando de Tiempo, Eternidad,
sacerdotes, báculos, reyes y don de mando
mientras golpeas la mesa
y miras a tus ministros.
En lo íntimo rey degollado te sientes
y tu elocuencia es música que se eleva
desde tus piernas temblorosas
a los oídos de tus siervos y acólitos
que ahora huyen y te dejan solo,
acorralado contra las puertas del fondo.
Incrédulo, aceptas todo desastre
como una visión demencial
venida de tus drogas.
Por eso la mota de talco en suelo
y la soga en tu cuello.
Por eso un niño idiota
Sentado en lo que fue tu trono
Señalando la cabilla en el techo
tu cuerpo bamboleándose
vestido de mameluco,
adosado a un sombrero de paja.
La mirada de tu mujer,
tus hijos, sin que lo advirtieras
desde lo oscuro.
*
QUE el fuego exaltante de tus piernas
Arda en las mías
Y nos eleve como humo sagrado
Que insistamos
Que nos ilumine la luz terrible
De los locos
Que tu sexo de casa llena no tenga ocaso
En mis huestes bárbaras
Que tus puertas de gata boca arriba
Sean mi ciudad tomada
Casa de los desamparados o trinchera salvaje
Oh tú mujer sin olvido pie de exóticos licores
Y ojos de insurrectos.
*
Sin carnet
No caí preso por subversivo
nunca fui presidente del Centro de Estudiantes
ni tuve novia que leyese a Marx
ni a la Antipoesía de Nicanor Parra
yo no delaté a nadie
tampoco fui contacto de Douglas en la ciudad.
Protesté por la muerte del estudiante Marvin Martín
sin que esto tenga algo de extraordinario.
No estuve en el desembarco de Machurucuto.
Y por más que quise
siempre fui el mismo sin carnet.
*
Casi arte poética
Un poema no sale de esta campana sorda
ni mucho menos
de este bostezo angelical
que teme pudrirse con la palabra.
Un poema —por ejemplo— es capaz
de reventar hasta caminando por las calles
donde quebramos los vidrios hace quince años
cuando entonces llevábamos pantalones mofletudos
y los zapatos gastados en los tacones.
En el mejor los casos un poema es una cuestión de principios
y en este asunto sabemos que cada quien lleva los suyos
Un film imposible de olvidar.
Nuevas Voces
Adalber Salas
(Caracas. 1978)
La arena, el vidrio: ascenso en tres movimientos (2008), Extrajero (2010), Suturas (2011).
*
Intemperie
es esta casa
que pasa las noches
tejiendo destejiendo
sus ecos
*
Cada cosa ronda
la nítida ausencia de su pulpa
aquella primera música inhallable
no cumplida
el verso afásico
que traemos desde la infancia
como un espejo que poco a poco
se nos borra en arenas
y que nos obliga a repetir
su quietud implacable
la nada sustantiva
en torno a la cual gravitan
una por una mis palabras
*
intemperie
es la luz
que debe saber
lo que yo apenas sospecho
que a pesar de las preguntas
todo es respuesta
*
que el poema
sea la zarza
esa calma desposeída
que resquebraja el horizonte
esa renuncia que también es acuerdo
con lo que hay de irreversible en su sombra
la zarza
que eleva sus ramas
y nada espera
Carmen Chazzin
(Valencia. 1989)
Alrededor (2011).
*
Alrededor
Los bancos de la plaza
tienen pulso
ceniza por cayena
palabra anestesiada
olor a alivio
espacio seducido
mano extraviada en otro
óxido repujado de rutina
esperas que se miren los pies
temen dejar entrar la humedad
que se come las paredes
dentro
se precipitan las aguas
se mece la memoria baldía
que abre zanjas
han reconocido sus lluvias
*
Pájaro de limpios ojos
me voy
somos muy amplios
Mañana habrá otra altura
ahora sostente en lo solo
y sé hondo en la puerta
la otra piel
donde se escucha mi canto
*
Traes una plaza en los ojos
agua en el cuerpo
ropaje desnudo
de brazos a la intemperie,
transcurres como el olvido,
vigilia en las ostras,
sed que te bebió las memorias
y te inclinó a la orilla
para seguir el gesto del sol en la espina
obedeces a tu selva.
Ennio Tucci
(Mérida. 1986)
Antología de la Cueva (2006), Esta Bolero es nuestra (2008), Tiran piedras los niños (2009), Cuadernillo de poesía. Nueva voces (2010), A quién hay que matar para vivir (2012).
*
Contar monedas
Este flaco de alambres que soy
a veces se enamora de ti
de las frutas que crecen en tu patio.
Ando siempre con mis propios pies y no puedo
quejarme
pero en las noches reviso los bolsillos de mis
pantalones
y cuento las monedas que me quedan
porque hay que recibir al día siguiente.
A veces este que soy se enamora
entonces las tripas le suenan,
se retuercen y eructa
y se le hace agua la boca;
pero no puedo invitarte un café
y se me arruga la garganta
hasta que el sol se pone
y regreso otra vez derrotado
contando las monedas para el día siguiente…
*
Chupar
Yo también se las chupé
las de coco y las de mango,
las mordí sin piedad
mis dientes se clavaban en ellas
y luego quería una más y otra y otra.
Era lo mejor de estar aquí…
Con la tabla de multiplicar
leyendo el diario a diario
resolviendo crucigramas
haciendo ejercicios con los dedos
estirando y torciendo para mejorar mi grafía
siempre indescifrable
se las chupaba a diario
de mañana y de tarde la visitaba…
Era lo mejor de estar aquí…
Al cruzar la calle
me llevaba una teta a la boca
y me hacía tan feliz de chico…
De grande regresé a esta calle
remolcado por el amor
y mi flaca también la conoció
una que otra vez conmigo
le chupó una de cambur o de guayaba…
Era lo mejor de estar aquí…
Pero Margarita se murió
como todos se mueren
y nos dejó todo muy caliente
sin sus tetas de frutas
comenzamos a ser una calle común
sin tetas qué chupar
muertos de calor…
*
Repica ya pedazo de perol
Cargas el celular con la esperanza y lo sacas
y le das palmadas y lo pruebas y enciende pero
no repica. Le dices “suena ya, termina de sonar,
repica como antes, llámame ya”. Así todo el día
cada, cinco minutos o cada vez que parpadeas,
porque esa mujer parpadea maravillosamente y
te acuerdas cuando cierra y abre los ojos, cuando
se pone roja de llorar o de reír. Entonces “suena
ya pedazo perol, repica ya y ponla del otro lado
para decir te amo aunque no llegue a decir más
nada y el mundo estalle y no sepamos más”, sólo
eso. Porque puede romperse un día de estos por
una bomba, por un quebrado mal calculado o
un entero de más en la ecuación, o una solución
o un ácido o una base en el lugar equivocado
o una palabra mal puesta. Le dices “suena” en
cada cruce, cada vez que ves una muchacha bonita
o un perro, porque ella adora los perros y
quiere tener cien en su patio, con tendedero y
lavadora. Pero el bendito aparato no suena y uno
está que se pega de un mecate como coriano en
Semana Santa o Navidad, para romperlo todo
de una buena vez. Así que por amor a Dios “repica
ya pedazo de perol”.
Freddy Ñañez
(Petare. 1979)
Todos los Instantes (1999), Un millón de pájaros muertos (2002), Los hombres que vienen de morir (2004), Fuego donde dice paraíso (2004), Bajo Palabra (2005), Suma del árbol (2007), Postal de sequía (2009).
*
DÓNDE REVIENTAN las olas del tiempo, dónde anida el barco de la eternidad. Desde aquí nada puede verse. Sólo el humo da forma a los años. Todo pudre la contemplación: los frutos, las aguas, las embarcaciones. El reloj se ha detenido ya, y bajo mis pies una alfombra de miseria ejecuta su danza ¿es simulacro de los vientos perdidos? ¿es la resonancia desafortunada de nuestra caída? ¡Desde aquí nada puede verse! Se ha hecho tarde para comprender, demasiado tarde.
*
POSTAL PARA PATRICIA
Santa Ana del Táchira 15 de abril de 1991
En este pueblo
donde nunca llega el circo
donde los pájaros no anidan
ni los ríos se encuentran
En este pueblo
donde todas las ventanas permanecen cerradas
y nadie duerme
Aquí
donde celebrar no es costumbre buena
donde nadie compra flores
donde los muertos no espantan
donde la voz no regresa al oído
En este pueblo
con sus terribles monumentos
y calles arruinadas
y lámparas ociosas
entre el cementerio y el presidio estoy
te escribo
en este pueblo
Desde aquí
donde el viento no mueve las banderas
y el samán perdió su sombra
donde los días no son imprescindibles
En este pueblo
de mujeres vírgenes horrendas
y hombres míseros emboscados por su miedo.
En este pueblo
de cristales apedreados
por la envidia de los que no se atrevieron a pecar aún.
Aquí
en este pueblo desgraciado
me detuve a holgar 12 años
sin encontrar respuesta
sin encontrar sosiego.
En esta tierra sin nombre
llamada Santa Ana
estoy.
Desde aquí le escribo mi señora
con el miedo más vivo que la esperanza
de que alguna vez alguien abra una ventana.
*
[TIERRA SI ME HABLAS…]
Lima, 15 de agosto 2007
TIERRA, si me hablas yo te escucho
La zanja en la roca
El color sepia
La sed en el polvo
la temperatura injusta
Tierra, si no te callas
La mala cosecha
Los hombres dormidos
La casa en ruinas
El olor a hembra
La arruga, la sordera
y la luz escombro
Tierra, si tu sonido es puro
La huella del río
La llaga en la pierna
El perfil de la sombra
El surco en la garganta
El hueco en el camino
(tembló y colmóse todo en tu pisada)
Yo te creo
La pluma huérfana
La palabra destino
El fósil, la mueca
cicatriz
El golpe en la mirada
El epitafio
en fin
lo que no está
esto que sobra
Tierra si me hablas
te escucho
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