POETICAL MANIFESTATION. Del “hombre político” al “ser poético”: A propósito de Political manifestation, de Luis Perozo Cervantes
Miguel Marcotrigiano
No se puede ejercer la política sin ser escéptico. No se puede confiar en la pareja sin la sospecha. No se puede creer en la poesía sin tener apego a la idea. Este libro de Luis Perozo Cervantes (Maracaibo, 1989), un poeta de las más recientes generaciones al que su actitud y su entusiasmo muestran a un espíritu libre, sin ataduras a dogmas ni a nada (rasgos del romántico propio de las edades tempranas), que lucha dentro de sí con el creador ansioso por aprender y, al mismo tiempo, seguro de lo que sabe y desea conocer.
Cierto que todo libro de poesía es búsqueda de sí mismo, de la voz que allí nos habla –quiero decir–, y siempre, siempre, se trata de una búsqueda en contraposición al otro. Nos definimos cada vez que vemos en los demás nuestros reflejos, pero también cada vez que vemos en el otro lo que rechazamos de nosotros.
El tema que pareciera fungir de epicentro lírico es el de la política. Si los títulos son indiciales, esto se cumple acá. Se hace poesía para cantar a la actividad política (o contra ella). El riesgo, la transformación del poema en panfleto, en palabra basta, gruesa, que apunta hacia lo social, histórico y (debemos usar la palabra) político, alejándose del sutil compromiso con el arte que se manifiesta mediante la palabra. Se trata, al parecer, de discursos contrapuestos, pero solo en apariencia. Sabemos que en Latinoamérica y en España hay una vasta tradición de este subgénero lírico. No nombramos a ningún autor acá para equiparar al poeta que escribió este libro, ni mucho menos. Estoy seguro de que a Perozo Cervantes no le interesan tales comparaciones, pues es consciente de distancias, contextos y experiencias de vida. Pero bástenos mencionar acá (lo hace el mismo escritor en su libro) a Pablo Neruda, Nicanor Parra, César Vallejo, Rafael Alberti, García Lorca, Antonio Machado, Guillén (los de una y otra orillas: Jorge y Nicolás) y, en nuestro país, Miguel Otero Silva, Andrés Eloy Blanco, “Chino” Valera Mora, el Caupo Ovalles, Juan Calzadilla y un largo etcétera. Esto para solo hablar de lo escrito en lengua española. Todos y cada uno de ellos, con sus propias marcas textuales, niegan el falso concepto de que entre la política y la poesía no pueda existir conjunción. Afirmar esto en un momento en el que somos tan sensibles a la insensibilidad (es decir, a la falsa política) es muy riesgoso, lo sabemos; pero, como dice un buen amigo crítico, “todo hay que decirlo”.
El libro está configurado en tres partes: la primera, Manifestación política, compuesta por seis poemas de mediana extensión, comienza encabezada por un epígrafe de Roberto Bolaño, de un texto intitulado “Discurso de Caracas”, en el que el chileno denuncia los vicios de corrupción del aparato político propagandístico. La “lucha”, la “victoria”, la “juventud”, el “inútil sacrificio”, son los temas que luego se verificarán en los poemas. La estupidez del joven que se entrega a unos “ideales” más impuestos, inoculados, que sinceros. La juventud ofrece al “político” un lugar propicio para cocinar un caldo esencial a las intenciones (ocultas o no) de unos pocos terceros, quizás ellos mismos víctimas de ideas escuchadas o atrapadas en el aire del país. El libro data de 2014 y esto nos remite a los sucesos históricos de ese entonces.
La segunda parte, Muerto el héroe… comienza la rabia, se genera en una referencia concreta: el fallecimiento del presidente de turno de la República. Las caracterizaciones no dejan lugar a las dudas. Los nueve textos que componen este apartado centran la ironía histórica en unos supuestos títulos en latín (para burla de la visión científica del hecho social). Es esta parte la que concentra la más dura crítica hacia lo que alguno denomina el “hombre político”.
La tercera y última parte, Plan-Fletos se aleja del mundo de las ideas para ubicarse en la sensible vida cotidiana –del autor que es la misma del otro–, y así mostrar las consecuencias que un “conjunto de teorías” ocasiona en el hombre real, el ciudadano común, permeado ya por la política. Encontramos acá dieciocho poemas que también denuncian pero, como dijimos, desplazados al día a día, a la cotidianidad, a la más pura y sensible realidad que no es precisamente la de las posturas y sueños político-electorales.
Luis Perozo Cervantes es un incansable productor de eventos culturales (sobre todo de los que se vinculan con la poesía). Trata de rescatar en su obra un regionalismo que anida en el lenguaje. Son varios los títulos que ha publicado, de una u otra forma, y es un incansable promotor de la escritura propia y de los demás. Cree firmemente en la marginación de la que son objeto los poetas jóvenes y los del interior del país (¿qué cosa será esta?). Entiende que el “poder” (¿y esta otra?) cultural está en la capital del país y está enfrascado en la quijotesca lucha por la trascendencia de los escritores zulianos, más allá del Lago. No obstante, más allá de todo esto y de la opinión que produzca la crítica oficial (otra frase que no sabemos qué significa realmente), su gesta es sincera, personal (-ista) y muy humana. Sus poemas, así, son materia sensible, epicentro susceptible de reacción emocional ante los estímulos externos. La “manifestación política”, que hoy se reedita, viene a dar cuenta de ello.
(Junio de 2018)
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